El triunfo de la mejor tradición de Peralada

Fue una fiesta lírica digna del acontecimiento que se festejaba. Nada menos que  los primeros 30 años del Festival de Peralada, una cita que desde la fidelidad a la mejor tradición ha hecho bandera de la excelencia artística. La que representaban los cinco divos de la gala del viernes. La OBC, dirigida por el emergente y eléctrico Daniele Rustioni, respaldó con cómplice entusiasmo a los grandes protagonistas de este sueño de una noche de verano, shakesperiano hilo conductor utilizado por Àngel Llàcer para enlazar la magia de las actuaciones. El recuerdo a las víctimas del atentado de Niza fue la única nota de triste de una noche inolvidable.

Pasado y presente estuvieron más unidos que nunca. Una película proyectada en el  fondo del escenario sirvió para mostrar todo lo mucho y bueno que la muestra ha hecho durante tres décadas. Imágenes de representaciones de ópera, danza y escenas de la presencia de leyendas de la de la música pop desfilaron por la pantalla aprovechando los momentos en los que la orquesta interpretaba las oberturas de ‘Guillaume Tell’, ‘La forza del destino’, ‘Les vêpres siciliennes’ y el intermezzo de ‘Manon Lescaut’.

Desde el primer festival protagonizado por Montserrat Caballé hasta llegar al presente de un evento imprescindible, cada secuencia representaba un fogonazo de emoción. Plácido Domingo, Josep Carreras, Alfredo Kraus, Teresa Berganza, Jaume Aragall  y muchos otros aparecieron en el vídeo. “En mi mente estaba hoy gente como esos grandes artistas que sentían una pasión que hoy casi no existe”, decía el tenor Marcelo Álvarez, una de la estrellas de la gala poco después de finalizar la misma con el vibrante brindis de ‘La traviata’, precedido por un homenaje del público puesto en pie a Carmen Mateu de Suqué, alma e impulsora de este proyecto.

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Todo salió a pedir de boca, superando las dificultades que presenta un montaje de estas características en el que la aportación de los cantantes casi siempre sabe a poco. Magnífico Carlos Álvarez, que cada año que pasa parece estar mejor, con el aria de Rossini ‘Sois immobile’, y espléndido, junto a Ambroggio Maestri, en el dúo cómico de ‘Falstaff’. El otro Álvarez se lució con ‘Ah! Tout es bien fini’ de ‘El Cid’ de Massenet, y la pletórica Eva-Maria Westbroek dejó anonado al personal con la emotiva ‘Pace, pace mio Dios’ de ‘La forza del destino’.

Lo mejor llegó con la irrupción de Sondra Radvanovsky, acompañada por el barítono malagueño. Es difícil oír una versión más redonda del duo ‘Udiste? Come albeggi, la scure al figlio’ de ‘Il trovatore’. Puro Verdi. Pero donde se paró el mundo fue cuando desde la garganta de la diva empezaron a fluir las notas de ‘Vissi d’arte’ de ‘Tosca’. Alucinante. Dijo una vez Barbra Streissand que solo había llorado oyendo cantar a Sondra. Algo parecido sucedió en el Auditori, donde la emoción de esa interpretación humedeció los ojos de muchos espectadores. Grande. Tanto que el poderío de Maestri en ‘Nemico della patria’ y el impacto del dúo ‘Vicino a te..’ (ambas de ‘Andrea Chenier), con Westbroek y el tenor argentino, quedaron oscurecidas por la anterior actuación.

Media horas de bises prologaron la cita hasta casi la una de la madrugada. Destacaron las piezas de zarzuela a cargo de un imponente Carlos Álvarez  con una romanza de ‘La del soto del parral’, y  la interpretación de Marcelo Álvarez de ‘No puede ser’ de La tabernera del puerto’, aunque recordamos otras versiones mejores. Radvanovsky estuvo soberbia con un pieza del musical ‘My fair lady’ y brillaron Maestri con ‘L’onore’ y Westbroek con un aria de ‘La Wally. Nadie se quería ir.