CRÓNICA DE CLÁSICA

Un seductor Lang Lang conquista Peralada

El espectacular pianista chino cautivó al público en la inauguración de la 30 edición del festival con obras de Chaikovski y Chopin

Lang LAng

Lang LAng / periodico

CÉSAR LÓPEZ ROSELL / PERALADA

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Solo en el inmenso escenario del Auditori de Peralada, Lang Lang inscribió con letras de oro su nombre en la colección de mitos del festival ampurdanés al inaugurar, en la noche del jueves, la 30ª edición de la muestra. Tres décadas después de la primera de las más de 600 galas programadas por el clásico del verano desde su fundación, la megaestrella china del piano se ganó a pulso su lugar en la historia de la cita con un completo recital. El artista derrochó, a partes iguales, seducción y virtuosismo enfrentándose a un programa con emblemáticas obras de Chaikovski y Chopin.

En un festival dominado por las propuestas de clásica, pero que deja espacio a los ídolos de la danza y la música popular, el pianista de Shenyang ha vuelto a demostrar que es un fenómeno pop capaz de atraer a un público nuevo. Sin embargo, en esta ocasión la novedad no vino de la mano de la legión de seguidores jóvenes que se han entregado a su embrujo, sino del descubrimiento del talento de Lang Lang por parte de los habituales asistentes al espacio del castillo, incluyendo la cada vez más numerosa la presencia de franceses. "Dicen que este chico lo hace bien", comentaba un veterano asiduo de la muestra.

La curiosidad por ver al pianista de cerca y oírlo por primera vez atrajo a espectadores que no hubieran comprado la entrada si hubiera actuado otro instrumentista. Entre los que no quisieron perderse la velada estaban también Carme Forcadell, presidenta del Parlament; los 'consellers' Santi Vila y Jordi Baiget; el expresidente de la Generalitat José Montilla, y Chen Yanseng, compatriota del artista y presidente del Espanyol.

DOS PANTALLAS

La calurosa noche ampurdanesa no impidió que todos se concentraran en el seguimiento de una interpretación cuidada hasta el último detalle. La puesta en escena contó con dos pantallas laterales que enfocaban las manos del artista en su deambular por el teclado. Esta proximidad y una sonoridad perfectamente ajustada contribuyeron a que las prestaciones del músico brillaran incluso mucho más que en otras ocasiones. Acalorado y exhausto, tuvo que recurrir con frecuencia al pañuelo para secar el sudor provocado por su esforzada recreación de las obras.

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Probablemente al respetable le hubiera gustado más que arrancara con alguna de las joyas de Rachmaninov, pero Lang Lang se mantuvo fiel a su propuesta interpretando, en la primera parte, las menos conocidas 'Estaciones' de Chaikovsky, de las que hizo una versión impecable. Los colores, climas, paisajes y atmósferas de estas 12 delicadas miniaturas de halo romántico dedicadas a los meses del año acabaron calando como una lluvia fina en el estado de ánimo del silencioso auditorio. Maravillosas la barcarola de junio y la ‘troika’ de noviembre, así como la recreación de los aires de Carnaval de febrero.

Pero, pese a su impactante dominio de la obra, la estrella no había conseguido caldear aún al auditorio. Fue con los 'Cuatro scherzos' de Chopin donde prendió el entusiasmo y sonaron los primeros bravos. La audacia armónica y los contrastes entre los momentos explosivos y otros más calmados propios de los momentos de gozo y tristeza del relato musical provocaron hasta el cloquear de las cigüeñas. Tres propinas, con el 'Intermezzo' de Manuel Ponce, la sensual 'Y la negra bailaba' de Ernesto Lecuona y el célebre 'Rondó alla turca' de Mozart, acabaron poniendo al público de pie. Una gran apertura.