CARTA SEMANAL

El obispo de Córdoba dice que la escuela «incita a la fornicación»

EL PERIÓDICO
CÓRDOBA

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El obispo Demetrio Fernández González, titular de la diócesis de Córdoba desde marzo del 2010 tras haber permanecido durante cinco años al frente de la de Tarazona, sostiene en su carta semanal, difundida ayer, que «la incitación a la fornicación es continua en los medios de comunicación, en el cine y en la televisión, incluso hasta en algunas escuelas de secundaria, dentro de los programas escolares». El prelado, de 61 años, reclama que se llegue virgen al matrimonio, «aunque el ambiente no sea favorable», recurriendo a la castidad, «la virtud que educa la sexualidad, haciéndola humana y sacándola de su más brutal animalidad».

En su opinión, la sexualidad «desorganizada es como una bomba de mano, que puede explotar en cualquier momento y herir al que la lleva consigo». Esa aseveración sirve para «la persona soltera, en la que no hay lugar para el ejercicio de la sexualidad»; la casada, «que ha de saber administrar sus impulsos en aras del amor auténtico», y también para los que han optado por el sacerdocio y la vida consagrada.

Demetrio Fernández recuerda que San Pablo, dirigiéndose a los jóvenes corintios, ya les exhortó a «huir de la fornicación» porque «el cuerpo es el templo del espíritu santo». Y se lamenta de que, «precisamente, una de las ideas que hoy más se gritan con ansia de libertad es la contraria: «Yo soy mía /mío y con mi cuerpo hago lo que quiero».

LA ECONOMÍA Y LOS HIJOS/ El obispo, originario y formado en el seminario de Toledo, aunque con posterioridad prosiguió con su formación en Roma, no dudó días atrás, con motivo de la Navidad, en certificar que la felicidad es algo intrínsecamente vinculado al «matrimono estable, en el seno de una familia como Dios manda». El prelado añadió entonces que si se siguen «los planes de Dios» respecto a la familia «la economía es más estable y armónica» y en ella los hijos «crecen más sanos».

Fernández no se privó, durante la última campaña electoral, de censurar a Rubalcaba cuando el candidato socialista se refirió a la necesidad de acabar, si ganaba las elecciones, con los «privilegios» de la Iglesia católica.