PERSECUCIÓN DE UN DELITO QUE GENERA MUCHA ANGUSTIA

El jefe de los secuestros virtuales opera desde una cárcel chilena

MAYKA NAVARRO / BARCELONA

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Francisco Guadalajara le costará olvidar la voz fría del hombre que el pasado 21 de febrero, un sábado a las siete de la tarde, le aseguró por teléfono que habían secuestrado a su hijo. Tras unos minutos eternos en los que enmudeció ante el discurso preparado de su interlocutor. Francisco gritó: «Pero qué me está contando... si yo no tengo hijos». Y colgó. Presentó una denuncia porque pensó en sus sobrinos y en el terror que hubiera sufrido su hermana si la llamada la hubiera recibido ella. El hombre que le intentó extorsionar ha sido identificado esta semana. Es el líder de una banda especializada en secuestros virtuales y está preso en una cárcel de Chile.

Los dos policías nacionales del grupo central de secuestros y extorsiones desplazados a Chile para trabajar sobre el terreno con las autoridades judiciales y policiales de ese país localizaron al cabecilla de esa banda de extorsionadores y a sus colaboradores.

MÁS DE 300 DENUNCIAS

Hasta la semana pasada, los grupos centralizados de secuestros y extorsiones sumaban más de 300 denuncias por esta modalidad de estafa que genera una gran angustia entre las víctimas que la sufren. Y aunque solo se trata de una estafa en la que la mayoría de las personas que reciben la llamada optan por no pagar, lo cierto es que había una voluntad policial muy decidida de acabar con estos delitos. Aunque la pesadilla no ha terminado. Ayer mismo, la Guardia Civil recibió una denuncia. La víctima esta vez en Xàbia, Alicante.

En estos últimos meses, los investigadores de todos los cuerpos habían compartido datos e información. Hicieron un frente común en el que descubrieron que las víctimas, aún estando distribuidas por toda la Península, reconocían las mismas voces de los extorsionadores. Además, se logró identificar desde España varios números de teléfono desde los que se realizaban las llamadas, e identificar a los titulares de las cuentas de Western Union a las que las víctimas debían enviar el rescate.

Todos esos datos se pusieron en común en España, cada equipo investigador envió sus pesquisas a la Interpol, y los agentes de la Policía Nacional que en comisión rogatoria viajaron a Santiago de Chile pudieron trabajar sobre el terreno con sus colegas de aquel país.

TRABAJO CONJUNTO

En casos como estos no hay nada mejor que trabajar en el territorio, codo a codo, con las autoridades locales. En Colombia o en México, que eran los dos países en los que hasta ahora se habían desplazado especialistas en secuestros de la Policía Nacional y la Guardia Civil, ya se han creado unos canales de comunicación directa cada vez que hay un secuestro de un ciudadano español.

Precisamente en México, y desde una cárcel del estado de Querétaro, operaba también el líder de la banda de secuestradores virtuales que durante unas horas infernales hicieron creer a un empresario de Parets del Vallès que había sido secuestrado.

En México, Colombia, Argentina y Chile son tan frecuentes las extorsiones telefónicas desde las prisiones que más de una organización ciudadana que trabaja con víctimas de secuestros ha pedido que se instalen inhibidores telefónicos en los centros penitenciarios para evitar esta acción. Pero el poder de los colectivos de presos es tan grande que la iniciativa no ha prosperado en ninguna de las cárceles.