Los problemas de la educación

Aprender con animales

Los responsables de una granja escuela del Alt Empordà piden más ayudas para el sector y un mayor control Solicitan que se regulen los precios y que se supervisen las actividades

Tocar y jugar 8Ramon Sala, con sombrero, y Cesc Lliberia muestran unos animales al pequeño Hugo en la granja escuela La Perdiu de Cabanes.

Tocar y jugar 8Ramon Sala, con sombrero, y Cesc Lliberia muestran unos animales al pequeño Hugo en la granja escuela La Perdiu de Cabanes.

FERRAN COSCULLUELA
CABANES

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Ramon Sala es un educador singular. Dirige la granja escuela La Perdiu de Cabanes (Alt Empordà), es formador de monitores, ingeniero eléctrico y un entusiasta de los sombreros de cowboy. Hace una década abrió este centro para mostrar a los niños los valores de la naturaleza y la ecología. Le gusta que toquen los animales y que les den de comer. En sus talleres, los pequeños averiguan de dónde sale la harina con la que elaboran galletas y descubren que los pollos nacen de los huevos, como pueden ver tras visitar la incubadora.

Sala tiene las ideas muy claras. Su amplia experiencia en el sector del ocio educativo y su independencia como responsable de un centro privado, que no recibe subvenciones, le permiten hablar sin tapujos. «Debería haber más ayudas y mayor regulación, sobre todo en materia de precios y también con respecto a la calidad de los talleres y créditos de síntesis que se imparten, porque ahora cada uno hace un poco lo que quiere», afirma.

El director de La Perdiu reconoce que no puede competir con los precios de algunas casas de colonias que reciben ayudas de los ayuntamientos y de otras instituciones, pero intenta suplir esa desventaja con una oferta diferenciada y de calidad. Aún así, denuncia que hay colegios que añaden una pequeña comisión al coste de las colonias o de las visitas para ganar algo, y no se dan cuenta de que con esa actitud están limitando el acceso a muchos alumnos. «En las colonias y casals hay muchos intereses y amiguismos, y eso perjudica a los niños», lamenta.

Criba económica

Hace unos días recibió la visita de un colegio de Salt (Gironès). La mayoría de los alumnos eran de origen inmigrante, de familias con pocos recursos económicos. «Pudieron venir porque les ajustamos el precio todo lo que pudimos, porque consideramos que todos los niños tienen derecho a estas visitas, pero nosotros también tenemos nuestros límites», afirma. En los últimos años, la crisis ha condicionado la asistencia a la escuela granja de Cabanes. «Antes venía la clase entera, con todos los alumnos, y ahora solo vienen la mitad. También se han acortado las estancias. Colegios que pasaban tres días de colonias ahora solo pasan dos noches, y los que contrataban dos días ahora solo hacen visitas de una jornada», explica.

Como profesional del sector, Sala valora mucho el papel de los educadores y de los monitores. Por esa misma razón considera necesario hacer autocrítica. «Los monitores deberían tener un poco más de especialización, porque no es lo mismo atender el comedor que estar en una casa de colonias o en una granja escuela», comenta.

En La Perdiu se practica la «educación vivencial», basándose en que los niños «se llevan» aquello que pueden tocar y vivir, por eso es importante el contacto con los animales y que conozcan cómo es la vida de payés. «Eso no quiere decir que no nos guste la tecnología. En julio haremos una colonias robóticas en las que incluso elevaremos un robot meteorológico en un globo», concluye Sala.