La atención a la infancia

7.000 niños y adolescentes viven bajo la tutela de la Generalitat

LA VIDA EN UN CENTRO 3 A la izquierda, uno de los 44 menores que viven en el Centro Residencial de Atención Educativa Maria Assumpta de Badalona junto con su tutor, el martes pasado. Arriba, una niña en el área de los elfos (6 a 11 años). A la derech

LA VIDA EN UN CENTRO 3 A la izquierda, uno de los 44 menores que viven en el Centro Residencial de Atención Educativa Maria Assumpta de Badalona junto con su tutor, el martes pasado. Arriba, una niña en el área de los elfos (6 a 11 años). A la derech

TONI SUST
BARCELONA

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La imagen inquietante de un orfanato solo puede ser cine o literatura en Catalunya. «No hay ningún niño en la calle esperando a que la Generalitat actúe», dice el responsable de la Direccció General d'Atenció a la Infància i a l'Adolescència (DGAIA), Josep Lluís Ortuño. «Hemos avanzado mucho en la atención a la infancia», subraya un veterano de este campo, Jaume Clupés, presidente de la Federació d'Entitats d'Atenció i d'Educació a la Infància i Adolescència (FEDAIA).

Actualmente la Generalitat, más concretamente la DGAIA, tiene la tutela de 7.219 menores. De ellos, 2.944 viven con familiares que no son sus padres; 2.033, en centros residenciales; y 555, en centros de acogida, el primer destino de un menor apartado de su familia. Otros 70 viven en pisos asistidos. Y, en otro marco, 951 niños y adolescentes catalanes viven con familias de acogida, en tanto que 666 lo hacen con familias preadoptivas, es decir en trámite de lograr la adopción y por tanto la tutela.

Las cifras no han variado ostensiblemente, pese a que algunas previsiones apuntaron a que la crisis influiría. En realidad, ha habido alguna variación a la baja por dos motivos. El primero es el descenso en la llegada de inmigrantes magrebís y de niños de este origen. El segundo responde a un cambio legislativo reciente: hasta el 2010 se contemplaba que menores cuya tutela había asumido la DGAIA siguieran con sus familias. Esta opción ya no existe: o se retira a los menores de la familia o esta mantiene la tutela.

Los datos no cambian mucho y los retos siguen siendo los mismos de los últimos años. De entrada, caminar hacia una situación en la que aumente de forma significativa el número de familias de acogida para menores. El Ejecutivo catalán lo considera un reto prioritario y admite que las campañas institucionales hasta ahora realizadas no han logrado el efecto buscado. Elconsellerde Benestar Social i Família, Josep Lluís Cleries, anunció semanas atrás el objetivo de lograr que entre los cero y los seis años todos los niños tutelados por la DGAIA vivan con familias. Se empezará la batalla con especial atención a los menores de entre cero y tres años, precisa Ortuño. Las barreras detectadas entre las familias son el miedo a que el menor sea conflictivo y el temor emocional que supone saber que la acogida es temporal y que uno tendrá que separarse del niño o adolescente.

Otro reto es acabar con la mala imagen de los CRAE, los Centros Residenciales de Atención Educativa. Un CRAE nunca será exactamente igual que una familia, coinciden las partes. También es cierto, dice Clupés, que no hay verdades absolutas: «Hay jóvenes que nunca querrán ir con una familia». El caso es lograr que la gente entienda que un CRAE no será exactamente una familia pero puede ser un hogar.