Emma y Josue, de Madrid a la Patagonia

Esta pareja desmontó hace dos años su vida en Madrid y puso rumbo a El Bolsón, una ciudad de la Patagonia argentina en el que llevan una vida más simple y sienten que forman parte de una tribu. «Aquí hay lucha, vida e ilusión», aseguran.

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NÚRIA MARRÓN

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Fue una noche de abril del 2011-Emma se acuerda bien- cuando le dijo a su marido, Josue, que quería decirle algo. Una frase llevó a otra y, siete meses después, aterrizaban en Buenos Aires con su hijo Rafael y el pasado que les había cabido en ocho maletas de 23 kilos, cuatro «bultos de mano» y un contenedor cargado de instrumentos (Josue es músico), juguetes y bártulos de cocina. «Llevaba el bolso tan lleno que si me caigo a un río me ahogo», se ríe Emma.

La noche de autos pasó lo siguiente: Emma trabajaba en un estudio de posproducción y cada día hacía y deshacía los 70 kilómetros que separaban su trabajo de la casa que se habían construido en un pueblo de la sierra de Madrid. Estaba estresada. Agotada. «A menudo volvía del trabajo y no podía moverme del sofá». Tras el nacimiento de Rafael, la pareja se había interesado por la comida sana y había empezado a criar gallinas y cabras. «A veces, salía de limpiar el gallinero y me metía en el estudio». Descompresión imposible. Además, había otra cosa. «Mi trabajo había dejado de interesarme, yo quería estar en casa con mi hijo y, en cambio, la que estaba en casa era una canguro. Sentía que la mujer que había en mí estaba escondida, acallada, amordazada». 

¿Y si dejaba de trabajar, criaba más animales y vendía el excedente? ¿Y si ponían a la venta la casa -«muy bonita, muy ecológica y muy cara»- y se iban a otra parte? ¿A Vera? ¿Al Pirineo? «Pero claro, Josue -le dijo-, tú estás muy apegado a la casa, tienes aquí tu estudio». Y él, en lugar de mirarla con estupor, le replicó: «¿Apegado yo? ¡Qué va! Y ya puestos, ¿por qué no nos ponemos de límite el mundo? ¿Qué tal Argentina?»

 

«Ah, Argentina, está bien», dijo Emma. «¡Yo, que solo había viajado una vez a Bruselas!». Dos horas después de rastrear por el Google Earth, ya habían puesto el dedo en El Bolsón, un lugar del norte de la Patagonia del que no habían oído a hablar en su vida pero cuyos bosques y lagos han atraído a miles de personas llegadas de todo el mundo en busca, como ellos, de una vida más simple.

«¿El plan sigue en pie?», preguntó Emma nada más abrir el ojo a la mañanaSí, sí, seguía en pie. En pocas semanas vendieron su casa y los coches, y a los siete meses ya andaban por El Bolsón buscando finca. A los 10 días, un señor al que cogieron haciendo autoestop les habló de «cuatro hectáreas en las que había bosques, un arroyo y una poza». Y allí se quedaron. Emma reparte su tiempo entre los niños, el huerto y los animales, y Josue ha construido un gallinero, una cabaña y un estudio, Kymátika, con paja, arcilla y árboles, sin más ayuda que «cuatro libros que explican cómo construir una ecoaldea».

El primer aniversario en la Patagonia llegó en forma de parto: justo el 4 de noviembre a las seis de la tarde -hora en la que despegaron de Madrid- nació en casa su hijo Eloi. Horas después, a Emma  se le detectó una lesión en el útero y pasó cuatro días en el hospital. «Allí descubrimos que formamos parte de una tribu. Los vecinos se ocuparon de la casa, cuidaron de Rafael e incluso mataron una gallina para prepararnos un caldo».

 

Tras casi dos años en Argentina, ya se han acostumbrado a calentar la casa con una chimenea y a hacer acopio de conservas, cereales, leña y carne de la matanza para pasar el invierno. También ya tienen respuestas para aquellos «¿y si os va mal?» que en Madrid les salían al paso. Josue ha grabado con grupos de la zona, alquilarán la cabaña en verano y Emma, que ya vende su excedente, planea montar un portal para poner en contacto a productores y clientes. «El límite es la imaginación. No tenemos deudas y necesitamos poco. Pero la vida aquí también es dura -asegura Emma-. Cuando no se estropea una cosa tienes que remolcar un camión. Las infraestructuras son muy precarias y el día a día tiene mucho de aventura patagónica».