FESTIVAL SAN MIGUEL PRIMAVERA SOUND

«Estamos al borde del abismo social»

NANDO CRUZ
BARCELONA

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El cantante inglés aparca su brillante carrera de crooner romántico para publicar Standing at the Sky's Edge, disco de espesa psicodelia eléctrica y severa crítica política. Lo presenta el 3 de junio en el San Miguel Primavera Sound, en el escenario gratuito del Arc del Triomf.

-En el 2007, me dijo que hace música porque en su casa hasta el gato tocaba algún instrumento. Su nuevo disco es abiertamente político. ¿Han cambiado sus motivaciones?

-En absoluto. Pero hoy en Inglaterra tenemos gobernantes terribles. Y tras sus medidas de austeridad hay una intención política de desmontar las conquistas históricas de mi país. Han restringido la educación y la salud de la gente. No podía quedarme quieto.

-Sky's Edge era un barrio de Sheffield donde en los años 20 los gánsteres organizaban apuestas con el dinero que habían robado a los trabajadores de las fábricas. No suena tan distinto a lo que hace hoy la banca.

-¡Exacto! Por eso estamos como estamos: por culpa de esos bastardos. Pero yo uso Sky's Edge como una metáfora. Política y socialmente estamos al borde del abismo y debemos decidir en qué lado nos situamos. ¿Estás con los bancos y los políticos o estás con la gente? Yo estoy con la gente.

-Lo veo especialmente indignado.

-Crecí en la época de Margaret Thatcher y veo que la historia se repite. Una generación entera ha sido aniquilada. Los chicos salen de la universidad con deudas de 30 o 40.000 libras. ¡Hay gente con títulos de astrofísica cocinando hamburguesas!

-El sentimiento de pertenencia a la clase obrera cada día es más inusual en el pop. Ya sólo hay nuevos ricos.

-Sin duda, la música se ha aburguesado. Hoy se presenta como algo suave y previsible que cualquiera puede hacer porque ya no es algo especial.

-Y, más que nunca, la música se usa para huir del entorno, no para reflejarlo. El cantante solo ve en la gente a un sujeto adorador y consumidor.

-¡Es exactamente así! Y es un poco el modelo Factor X. He visto montones de jóvenes que cogen un instrumento como una forma de hacer carrera; no porque necesiten expresar algo.

-La primera canción que compuso para este disco fue Down in the woods y es la más eléctrica y rabiosa.

-Tras la última gira, he paseado mucho por el bosque y pensé que el disco sonaría algo pastoral. Pero lo primero que hizo el gobierno al ganar las elecciones fue promover la venta de los bosques de mi país. Uno de los bosques afectados era ese al que yo iba. Me indignó tanto que supongo que eso alteró la dirección del disco.

-¿Hizo el intento de arropar estas canciones con su sonido elegante, clásico y con ecos de los años 50?

-Ni lo intenté. Quería deshacerme de orquestaciones y grabar sólo con dos guitarras, bajo, teclados y batería. Quería ver si era capaz de generar el mismo drama sólo con las guitarras que con toda una orquesta.

-Más de uno dirá: «¡Me da igual que Richard Hawley esté indignado! ¡¿Yo quiero esas baladas románticas?!»

-(Risas) Quizá en el próximo disco.

-Sigue usando Sheffield como escenario y surtidor de mil metáforas.

-Si compusiera imaginándome en otro lugar sonaría falso. Mi ciudad es un talismán, pero no quiero explicarlo: temo romperlo.