Geometría CIUDADANA

En sus inicios fue El Mordisco

JOAN TAPIA

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Rosa Maria Esteva, la creadora del grupo Tragaluz, confía a fondo en su intuición. Le va montar proyectos, luego mimarlos y adaptarlos. El 22 de este mes (le gusta ese número) celebrará los diez años del Omm, uno de los hoteles más emblemáticos de la ciudad, que ha sido un éxito y ha cosechado importantes premios (entre ellos, uno neoyorkino a la mejor arquitectura de hotel) y otros más prácticos, como ser seleccionado cada año por uno de los mejores spas. Ahora el grupo tiene una plantilla de unos 800 empleados y una facturación anual de 50 millones. El hotel es la quinta parte de una empresa familiar significativa en la restauración.

Todo empezó en El Mordisco, un pequeño bar del passeig de Gràcia con Rosselló, entonces al lado de La Puñalada (restaurante de cocina catalana que tuvo sus días de gloria en los 60 y 70 del pasado siglo). Esteva se separó a los 40 años. Era solo un ama de casa. Con cuatro hijos, decidió entonces ganarse la vida como empresaria, pese a no tener ninguna formación y pese a que su padre le decía que para ella -una mujer- el mejor negocio era no arriesgar. Pensó que podía capitalizar la capacidad para apreciar la belleza, los buenos restaurantes y el vino que había adquirido, casi por osmosis, de su padre, Jacinto Esteva, un hombre de negocios que tuvo una central hidroeléctrica que vendió a FECSA, era propietario de los terrenos de Ciudad Diagonal (Santiago Dexeus negoció con él para instalar allí la clínica) y que fue presidente del laboratorio italiano Carlo Erba.

Descubrió que «ir a un restaurante era duro». Le preguntaban si iba sola y se aburría. Y nació la idea de El Mordisco, con una larga «barra compartida» a la que la gente pudiera ir sola, pero hablar mientras comía bocatas sofisticados (hasta de un buen solomillo). Y que antes fueran tentados por alguna ensalada distinta a las entonces imperantes de lechuga, tomate y aceitunas. Corría el año 1987 y la barra sedujo a personajes como BarcelóMariscalPeretMiserachsFernando Amat (Vinçon)... Logró un local cálido que transpiraba modernidad. El famoso Coby de Mariscal no nació allí, pero sí se gestó en ese lugar.

Había que ampliar el negocio y Esteva encontró una cercana casa de tres pisos en el passatge de la Concepció. Pero el edificio mandaba. No era para El Mordisco, exigía algo nuevo, con una filosofía diferente y un interiorismo más atrevido. Y surgió El Tragaluz (1991), de la mano de Pepe Cortés y de su entonces muy joven hija, Sandra Tarruella. El Tragaluz ha ido cambiando y adaptándose a una ciudad que se ha hecho más atractiva, a lo que Esteva cree que su grupo ha contribuido. El Tragaluz alumbró El Japonés, con tanto éxito que hubo que trasladarlo a pocos metros. Pero ha vuelto al seno materno, ya que le multiplicaron por cinco el alquiler de 6.000 euros y las cuentan no salían.

Esteva trabaja junto a sus hijos, que también tienen proyectos propios. Su hija Sandra es la clave del interiorismo. El último logro es del establecimiento madrileño El Tomate, que arrasa en la capital y en el que cuesta encontrar mesa. Y en el mismo passatge de la Concepció ha reabierto El Mordisco (el anterior se cerró para construir el hotel). Con su hijo Tomás comparte El Principal, Les Cuines de Santa Caterina, El Lobo, El Bestial, el Negro, el Luzia (la antigua China, que reconvirtieron al ver que, pese a toda la ilusión volcada en el local, no era rentable). Su hijo tiene El Agua, El Pez Vela y otros en México. Su hija Clara, A Contraluz y Cornelia and Co. Y Raquel, el Tragamar de Calella de Palafrugell.

La clave, ofrecer algo distinto. Con toque propio. El Omm busca también barceloneses para que el turista viva la ciudad. Por eso anima las noches con copas (con problemas, porque el Ayuntamiento de Barcelona dice que el cupo de licencias de bar de la zona está lleno). Por eso convenció a los hermanos Roca para montar en la planta baja el restaurante Moo (una estrella Michelin). Por eso, un spa abierto a no alojados. Por eso ha dividido el Moo en dos, el restaurante y el Bar Roca, una cafetería. Por eso al mediodía hay barra especial de ostras… Por eso muchos días, en una mesa de la entrada, te encuentras a Rosa Maria. Saludando, despachando con Clementina Milá o con otro colaborador y... observando. El ojo del amo engorda el caballo.