GUERRA EN LAS FILAS SOCIALISTAS

Socialismo mágico en la sede de Ferraz

Una muchedumbre variopinta invade la calle del cuartel general socialista en Madrid para vivir en directo la fractura del PSOE

Una multitud se aglomera a las puertas de la sede del PSOE en Madrid.

Una multitud se aglomera a las puertas de la sede del PSOE en Madrid. / periodico

IOLANDA MÁRMOL / MADRID

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"Tanto correr delante de los grises para ver esto. Qué pena. Ponme otra caña, anda". La reflexión se la hacía un votante socialista al camarero de turno, este jueves frente a la sede del PSOE en Madrid, y demuestra esa fascinante capacidad de la Historia, con mayúsculas, para colarse entre las rendijas de lo cotidiano. Nadie sabía qué estaba ocurriendo dentro del cuartel general, pero la calle de Ferraz se pobló de una tribu variopinta de ciudadanos que acudieron con la intuición de estar viviendo un acontecimiento de los que uno cuenta a los nietos, de una convulsión en el mapa político que, lejos de parecer ajena, necesitaban palpar en primera persona para reivindicar su lugar en mundo con el manido "yo estuve allí". 

Ocuparon las terrazas de los bares de enfrente para asistir en directo al resquebrajamiento del PSOE. Había viejos militantes, casi todos afines a Pedro Sánchez, que a ratos parecían noqueados por el drama, pero combinaron ese estado de 'shock' con el café, la caña, el selfi y alguna confesión: "He dejado la olla a fuego lento para venir a ver cómo se destruye mi partido, que casi se me rompe el corazón anoche cuando vi salir a ese chico con sus trajes por si no le dejaban volver. Qué pena más grande". Porque a veces, los relatos se escriben solos y las grandes transformaciones sociales parecen esconderse tras un guión de Almodóvar

Como las aceras se desbordaron, llegó la policía municipal a poner orden en el tráfico. Con chaleco antibalas. Nadie acertó a preguntar si se esperaban tiros o navajazos. Una mujer comía uvas en una bolsa de plástico. "Yo me he dicho: voy a echar la mañana allí, porque toda la vida votando y ahora, jubilada, pues por lo menos verlo", dice a otra militante socialista de pelo ralo que le cuenta que no ha podido dormir "ni con la pastilla". "Por lo menos el chaval lo ha intentado", intercede una tercera, que ha llegado desde Villaverde en el autobús, mientras delante de la puerta del PSOE para el camión de recogida de trastos viejos del ayuntamiento y bajan los operarios a preguntar si les habían reclamado. Parece que no. O no todavía. Y se marchan. Pasa un coche y el conductor grita: "¡Aguanta, Pedro!". Llámenlo realismo mágicoSocialismo neurótico. Microsociología electoral. O cómo echar la mañana mientras el PSOE se rompe. 

MILITANTE DESDE EL 74

Todos esperan ver a Sánchez cuando salga de la sede.  Hay mujeres con teléfonos móviles a codazos con los fotógrafos. 'Hipsters' intrépidos intentando 'travellings'. Un hombre de amplio diámetro abdominal con ropa de montañero explicando que el nuevo periodismo nació en Estados Unidos y consiste en leerse la biografía del entrevistado antes de hacerle las preguntas. Un bar que se llama Platos Rotos. Un hombre globo que anuncia una inmobiliaria. Y una sorprendentemente elevada proporción de hombres con esos bolsos cruzados, las "mariconeras".

Como todo ocurre a la vez, de forma caótica, uno tiene la inquietante sensación de estarse perdiendo algo verdaderamente excepcional en medio del barullo. "¡Al loro, viene un coche!", gritan los fotógrafos. Carreras. Y llega un coche oficial. Audi A8 negro. Baja la ventanilla. Hay un hombre calvo, con traje y gafas de sol, con actitud de espía, como si fuese a revelar un secreto mundial o a salvar el planeta. Pero solo saca su carné del PSOE. "Yo era compañero de Felipe González, en el año 74, y nos íbamos de marcha a la Casa de Campo. Llevo 39 años en el partido. Este tipo nos ha engañado vilmente y ahora es el rey de las petroleras en Venezuela", dice a la mujer del pelo ralo a la de las uvas, que sigue comiendo porque el PSOE quizá se rompa, pero ella la dieta no se la salta.