debate soberanista

"Han roto la baraja"

FIDEL MASREAL / Barcelona

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Tras la nueva y contundente negativa de la CUP CUP Artur Mas, en el entorno del 'president' la conclusión es inequívoca: “Han roto la baraja”. Formalmente, es improbable que ninguna de las partes se levante de la mesa negociadora. En la práctica, en CDC tienen claro que la manera de expresarse de los anticapitalistas cierra las puertas a un pacto. Y las elecciones son, hoy por hoy, el camino más probable.

Formalmente, no hay toma de posición pública a la espera de que la dirección del grupo parlamentario de Junts pel Sí se reúna esta tarde para evaluar la situación. En clima es pesimista y de reproches a la formación de Antonio Baños y Anna Gabriel, como lo demostraron los tuits de la tarde y noche de ayer de dirigentes como el republicano Joan Tardà, culpando a la formación de izquierda radical de haber llevado el independentismo a la casilla de salida.

Algunos dirigentes de CDC asumen con más naturalidad la convocatoria de nuevos comicios para poder recontar así mayorías y minorías y poder seguir con el proceso hacia la independencia.

En cualquier caso, uno de los escenarios más indeseados se ha cumplido ya: iniciar la campaña de las elecciones generales sin un acuerdo, con lo que las batallas dialécticas lógicas entre partidos en este período dificultarán todavía más la posibilidad de un pacto posterior. Además, la cuenta atrás sigue corriendo dado que la fecha límite para evitar nuevas elecciones es el 10 de enero.

CONTUNDENCIA VERBAL

A todo ello añádase el tono de los militantes de la CUP (“Alerta, Convergència se nos acaba la paciencia” o “Artur Mas, ¿a quina mútua vas?”) y de los discursos posteriores complican la posibilidad de una reacción optimista en Convergència, donde ya desde hace semanas se había instalado la necesidad de ser más firmes respecto a la formación anticapitalista ante la opinión pública dadas las condiciones y exigencia que están planteando. Artur Mas, ya en campaña electoral, subrayaba que la CUP era minoritaria frente a lo que representaría electoralmente, en votos y escaños, Junts pel Sí, y no podía imponer sus condiciones.