EXAMEN ANUAL DEL EJECUTIVO

Ni elecciones ni soluciones

Rubalcaba felicita a Zapatero mientras Salgado aplaude al presidente, ayer, en el Congreso.

Rubalcaba felicita a Zapatero mientras Salgado aplaude al presidente, ayer, en el Congreso.

JUAN RUIZ SIERRA
MADRID

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Él se marcha, pero los problemas continúan. José Luis Rodríguez Zapatero abordó ayer su último debate sobre el estado de la nación con el traje de hombre de Estado, y aunque en su férreo enfrentamiento con Mariano Rajoy enseñó los dientes, su mensaje más potente lo hizo con este atuendo. El presidente del Gobierno reclamó al PP y al PSOE un trabajo conjunto tras las elecciones generales -gane quien gane y sean en noviembre o en marzo, aunque Zapatero insistió en que agotará la legislatura- para que España logre salir de una crisis que el pasado 22 de mayo llevó a los socialistas a los peores resultados de toda su historia.

«Necesitamos un gran esfuerzo colectivo, con conciencia de que está en juego nuestro bienestar para las próximas décadas -señaló el jefe del Ejecutivo-. El esfuerzo colectivo y la colaboración institucional no han tenido nunca en España más sentido que ahora. Y las urgencias políticas no deberían llevar a nadie a desdeñarlo porque seguirá teniendo sentido después de las generales, gobierne quien gobierne entonces».

EL DESEO / Es decir, el presidente pidió para su sucesor lo que no ha podido y o no ha sabido tener él. Tampoco lo tendrá en lo que le queda de mandato, a la luz de lo que ocurrió ayer. Su combate con el líder de la oposición fue idéntico, si bien con un tono más duro, al que mantuvieron en la misma cita parlamentaria del pasado año, e idéntico al de cada semana en el Congreso. Para Zapatero, Rajoy es un dirigente que no «colabora», no asume su «responsabilidad» y trata de que las cosas vayan «a peor». Para Rajoy, que articuló su discurso en torno a la necesidad de convocar ya los comicios, Zapatero es un «lastre» para la recuperación económica, un presidente que ahora «impone» a los ciudadanos un «calvario estéril» y una «lenta agonía» con tal de culminar su mandato.

Y así una y otra y otra vez durante un debate sobre el estado de la nación en el que CiU pidió que las generales se adelanten a otoño, el PNV exhibió su sintonía con el Gobierno -la intervención del portavoz de los nacionalistas vascos, Josu Erkoreka, tuvo el aroma de un nuevo pacto de presupuestos que permita a Zapatero llegar a marzo- y los partidos de izquierda acusaron al jefe del Ejecutivo de haberse traicionado al abrazar el «dogma neoliberal».

EL CONSTITUCIONAL / Comenzó suave. En su primera intervención, de 34 folios, la mayoría dedicados a las medidas económicas, Zapatero, con una actitud con sabor a despedida, sostuvo que iba a dejar a España encarrilada hacia la recuperación, subrayó su preocupación por el paro, confió en llegar «en días o semanas» a un acuerdo con el PP para renovar el Tribunal Constitucional (TC), tuvo guiños para el 15-M -las protestas «deben ser objeto de respeto y son de interés indudable para los gobernantes democráticos», dijo- y, por último, hizo cuatro anuncios: sobre hipotecas, emprendedores, morosidad y creación de un techo de gasto para las autonomías. Esta medida pretendía calmar a los mercados, pero debió entenderse al revés. Nada más exponerla, la agencia Moody's amenazó con bajar la calificación de la deuda de las comunidades.

Fueron anuncios modestos, y el líder del PP se limitó a mencionarlos. Rajoy, que dibujó un tenebroso panorama para el país -por el paro, la deuda pública, la prima de riesgo y el cierre de empresas-, solo tuvo un mantra: elecciones ya. No hizo ninguna propuesta, algo que después explotó Zapatero, cuyas réplicas llevaron a sus colaboradores a concluir que habían ganado un debate que temían perder. Fuentes de la dirección conservadora reconocieron que les había sorprendido la incisiva reacción del jefe del Ejecutivo.

«La confianza se renueva en las urnas -señaló Rajoy-. España se merece un Gobierno que pueda estrenar una confianza nueva, que diga la verdad y sepa elaborar un plan». Fiel a su estrategia, que tan buenos resultados le está dando, de no hacer propuestas para que Zapatero acapare el foco, el líder del PP no dijo qué tipo de plan. «Ha gastado 40 minutos -contestó el presidente-. Podría haberlo dicho en uno. Ha dicho que quiere elecciones; nada más».

PACTO POR EL EMPLEO / El portavoz de CiU, Josep Antoni Duran Lledia, se situó entre uno y otro en la cuestión electoral. Abogó por llegar a un pacto por el empleo, por aprobar medidas de liquidez para la economía y de estabilidad para la Administración, para después, en otoño, convocar las generales. Su propuesta podría haber intranquilizado a Zapatero, pero el discurso del PNV fue muy amable -apenas hubo críticas por parte de Erkoreka-, y para aprobar los presupuestos al Gobierno le basta con los nacionalistas vascos.

Y por último, las fuerzas de izquierda, que coincidieron en decir que el presidente se había olvidado de quién era. Así, el republicano Joan Ridao: «Vino para parar a la derecha y sus políticas económicas son dos gotas de agua». Gaspar Llamazares, de IU: «Va a la caza de los mercados, pero responde ante el electorado progresista que le votó». Y la ecosocialista Núria Buenaventura: «Habríamos coincido en muchas más cosas en su primera legislatura». Todos le desearon lo mejor.