Una pérdida peligrosa

La marcha de Pedro es una gran operación económica pero una peligrosa decisión deportiva. En el Barça ideal no hay hueco para él, engullido por el tridente y, salvo algún fogonazo como en Tiflis, lejos de aquel Pedro que Pep se sacó de Tercera al lado de Busquets y que los que reclamaban poner el equipo en manos de Mourinho acogieron como una 'guardiolada'. Siete años después, Mou ha sufrido un ataque de pánico después de sumar un punto de seis y, a falta de un médico que le atienda, ha ido a la consulta de siempre a pedir el remedio de siempre. El 'doctor' Abramovich le ha firmado una receta de más de 100 millones para gastar en 48 horas. Ha ido a mirar otra vez al Barça, como hizo con Cesc, y pagará un dineral por quien, de no cruzarse con Guardiola, podría haberse perdido en el anonimato igual que le podría haber ocurrido a Pep sin la aparición de Cruyff.

Pedro se ha ido alejando en el campo de Pedrito, víctima del paso del tiempo pero también de las variaciones de estilo que se han ido produciendo. Hoy, su problema es el gran tesoro del Barça, la mejor delantera del mundo, intocable en los grandes partidos y que, desde la crisis de Anoeta, pasó a serlo también en los que podría intercambiarse alguna pieza (menos Messi) sin tanto riesgo. No tiene pinta de que vaya a cambiar y, ante ese panorama, Pedro ha decidido por sí solo marcharse. Ha elegido jugar o, por lo menos, pelear en unas condiciones que en el Camp Nou son imposibles.

Luis Enrique le quería, consciente de que es una válvula de emergencia ante un imprevisto, pero en el fondo asume su decisión. El club ha lanzado el mismo mensaje, pero en el fondo está encantado con hacer caja para ajustar las cuentas, metido como está en una espiral peligrosa de la masa salarial. Habrá debate interno entre la necesidad de fichar (para enero) y la necesidad de no gastar más. Es probable que casi nadie eche de menos a Pedro cuando jueguen Messi, Neymar y Suárez. El problema será si alguno de los dos últimos no juega. Si no juega Messi... mejor ni pensarlo.