Editorial
El primer intento de Sánchez
Los españoles no votaron el 20-D para facilitar la formación de bloques ideológicos; los pactos han de ser más amplios
La primera votación del debate de investidura acabó ayer, como era más que previsible, con la falta de mayoría absoluta a favor del candidato socialista. Los 130 votos que sumó Pedro Sánchez (90, del PSOE, 40 de C's ) serán, a tenor de lo visto y oído, los mismos que logrará en la segunda votación, el próximo viernes, donde solo se requieren más sies que noes. La tarea de Sánchez se adivinaba muy compleja. Descartada la opción de mayorías de izquierdas o de derechas para constituir Gobierno, el líder del PSOE ha logrado un acuerdo con Ciudadanos, centrado en un programa de cambio que recoge más de 200 puntos de coincidencia, con el objetivo de regenerar el país tras cuatro años de mayoría absoluta del PP, marcados por una radical falta consenso y una corrupción desbordada.
El alto voltaje empleado en sus intervenciones por Mariano Rajoy y Pablo Iglesias indicó que los extremos del arco parlamentario no facilitarán las cosas en los próximos días o semanas. Seguimos bajo la premisa de que, liquidadas las mayorías absolutas, se trata ahora de llegar acuerdos dentro de cada bloque ideológico. Esa es la tesis de Podemos, que ha remitido a Sánchez a iniciar una negociación la próxima semana en busca de un Gobierno del bloque izquierdas. Independientemente de que ese acuerdo pudiera tener más apoyos (sobre los 160 diputados), tampoco lograría una mayoría suficiente para encarar la tarea reformista y regeneradora que es preciso abordar. Los españoles no votaron el 20-D para facilitar la formación de bloques. Estamos en una fase más compleja, que tampoco aclararía una repetición de los comicios. No son ociosas las apelaciones que ayer se hicieron a la Transición. Si coincidimos en que los tiempos requieren grandes cambios, habrá que reconocer que los acuerdos tienen que ir más allá de las afinidades. Hace 40 años, herederos del franquismo y opositores a la dictadura lo lograron.
Sánchez y Albert Rivera han sido hasta ahora los únicos que han alcanzado puntos de encuentro, que pueden ser considerados limitados, pero que no chocan en lo fundamental con los mínimos que plantean otras fuerzas de cambio. Solo Rajoy puede sentirse ajeno a la voluntad de pasar página. Sin olvidar por ello que muchas de las grandes líneas de los nuevos tiempos no se pueden trazar sin el concurso del PP. Aunque sea desde la oposición.
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