Ediitorial

De mal en peor

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La mayoría absoluta independentista del Parlament, formada por Junts pel Sí y la CUP, decidió ayer dar un paso hacia el abismo. Cuando las dos candidaturas no han sido capaces ni de empezar a hablar del nombre del candidato a presidir la Generalitat, se han embarcado en una primera iniciativa por la que pretenden que la próxima semana el Parlament «declare solemnemente» el inicio del proceso de independencia. El pomposo texto explicita la decisión de desobedecer al Tribunal Constitucional, que obviamente intervendrá en cuanto el Gobierno español recurra cualquier texto que lo concrete.

Tras el 27-S podía esperarse un compás de espera para que los resultados de las elecciones de diciembre permitieran que nuevos actores contribuyeran al diálogo en el contencioso catalán. Ha pasado justo lo contrario, en la parte independentista la CUP, partidaria de gestos de desobediencia expres al Estado, logra imponer su liturgia a una CDC que había procurado evitar la colisión frontal; y en el otro extremo, Rajoy, tan remiso siempre a actuar, da por inaugurada su campaña electoral con una réplica inmediata para «garantizar» a los españoles que nadie va a romper España. El caso catalán da otra vez oxígeno a un PP tocado por la corrupción y la crisis

La propia CUP reconoció la noche electoral que los resultados no concedían una mayoría para la de por sí descabellada declaración unilateral de independencia (DUI), y sin embargo ahora empuja a Junts pel Sí -dispuesta a cualquier cosa para hacer presidente a Artur Mas- a iniciar la desobediencia legal «a plazos». Hay que destacar que la oposición en Catalunya y en el conjunto de España se ha mostrado unánimemente contraria a la iniciativa independentista, al margen de que sus propuestas no pasen por el inmovilismo de Rajoy. En el respeto a la legalidad no debe haber fisuras, aunque las vías de solución al problema sean plurales. Y, como telón de fondo a esta descabellada iniciativa, los ciudadanos asisten con estupor a cómo se va concretando la trama del 3% que ensombrece el futuro de Mas y de CDC y cómo se acumulan indicios sobre los negocios del clan Pujol.

Aún estamos a tiempo de no traducir las palabras del papel en hechos de los que todos nos tengamos que arrepentir. Todas las causas democráticas son respetables, pero ninguna justifica un camino que lleva a la sociedad a ninguna parte.