Editorial

Los currículos básicos de la 'ley Wert'

La reforma educativa que impulsa Educación sigue avanzando con más críticas que consensos

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De prisa, corriendo y sin el mínimo consenso. El ministro Wert completó el pasado viernes su polémica ley educativa, la LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa), con la aprobación en el Consejo de Ministros de los decretos que desarrollan los currículos básicos de ESO y Bachillerato, que afectarán a 1,2 millones de alumnos a partir del próximo curso. A pesar de que aún no ha sido publicada en el BOE, la norma ha levantado la inmediata oposición de autonomías como Catalunya, Andalucía, Asturias y Canarias que han reclamado al Gobierno su paralización y un calendario más amplio para poder introducir los profundos cambios previstos. Entre la aprobación del decreto de currículo básico que fija los contenidos mínimos de las asignaturas troncales y de las específicas, y el inicio del curso distan solo nueve meses en los que las comunidades deberán adaptar, diseñar y aprobar la parte de la ley que les compete. Poco tiempo para labor tan compleja.

Pero no solo es cuestión de premura de fechas. A menos de un año para las elecciones generales y cuando la mayoría de los partidos de la oposición se han comprometido a derogar la ley Wert al día siguiente de que el PP pierda su rodillo parlamentario, el nuevo plan educativo suma inestabilidad a la situación y provisionalidad cara al futuro. En el fondo, es la cruda consecuencia de la falta de un gran pacto de Estado que blinde por fin la enseñanza de los vaivenes partidistas del juego político.