ANÁLISIS

¿Lecciones de periodismo?

Los medios casi siempre merecen críticas de parte de presuntos defensores de la ética y la mayoría de las veces los reproches se refieren al tratamiento de las imágenes de la tragedia

Una furgoneta arrolla a varias personas en la Rambla de Barcelona

Una furgoneta arrolla a varias personas en la Rambla de Barcelona / periodico

JOSÉ A. SOROLLA

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Cuando se produce una tragedia como la ocurrida el jueves en Barcelona, un terrible atentado terrorista que ha causado 15 muertos, suelen aparecer los que aprovechan la ocasión para criticar a los periodistas el tratamiento que los medios de comunicación dan a la noticiamedios de comunicación . Los elogios se reservan, con razón, para la actuación diligente de las fuerzas de seguridad y para la reacción cívica y solidaria de los ciudadanos.

Los medios, sin embargo, casi siempre merecen críticas de parte de estos presuntos defensores de la ética y la mayoría de las veces estos reproches se refieren al tratamiento de las imágenes de la tragedia. Las redes sociales, naturalmente, han elevado a la enésima potencia la intensidad de las críticas y de los insultos, muchas veces anónimos.

Dardos desde el independentismo

En este caso, no es casualidad que quienes se rasguen hipócritamente las vestiduras sean destacados representantes del independentismo y que lancen sus dardos hacia dos medios de comunicación que llevan bastante tiempo en la diana de estos sectores. Un conocido excantante y actual diputado de Junts pel Sí ha asegurado en un tuit que nunca volverá a leer EL PERIÓDICO, al que ya calificó tiempo atrás de "unionismo venenoso", mientras no cambie su director. 

La oleada de indignación de quienes manipulan cada día informaciones sobre el 'procés', por ejemplo, no tiene nada que ver en realidad con la ética periodística

Un periodista que era conocido no hace tanto por sus espacios humorísticos, en los que manipulaba y sacaba de contexto declaraciones de políticos para hacer broma, convertido ahora en adalid del 'procés', ha llegado a afirmar que no se sentará nunca junto a los periodistas que critica y que si un día se los encuentra en un acto o en un bar se levantará y se irá para no compartir el aire que respiran.

En el primer caso, el escándalo se produce, al parecer, por la foto de portada de este diario, una imagen publicada en numerosos diarios españoles e internacionales, y en la que se ve el escenario de la tragedia, pero en la que no se puede identificar a víctima alguna porque no aparece ninguna cara ni ningún primer plano. En el segundo caso, los reproches se refieren a un  artículo del director de 'El País' en Barcelona en el que se comentan las instrucciones dadas, antes de los atentados, por los mandos políticos de los Mossos sobre el cumplimiento de las leyes y en el que se relacionan los ataques terroristas con los que han llamado en pintadas públicas terroristas a los turistas.

Ética no, posicionamiento

Está muy claro que esta oleada de presunta indignación de quienes manipulan cada día informaciones sobre el 'procés', por ejemplo, no tiene nada que ver en realidad con la ética periodística, sino con la postura de estos dos medios en el proceso político que vive Catalunya. Una postura, además, que no es ni mucho menos la misma, pero lo que importa es que no es la suya, la de los censores.

Puede ser discutible si una imagen debe ser publicada o no. Es eterno es debate sobre si hay que ocultar la realidad para no herir sensibilidades o publicitar el horror –siempre con  ciertos límites, eso sí -para mejor combatirlo. Hay un cierto consenso en no publicar fotos del rostro de personas fallecidas –lo que no se respetó en el 11-M, por cierto-, pero las otras líneas rojas son discutibles. Se recuerda siempre que en el 11-S de Estados Unidos no vimos imágenes de muertos. Vimos, sin embargo, fotos de vivos que se lanzaban al vacío desde las Torres Gemelas segundos antes de morir. ¿Qué era más ético? ¿Dónde está la frontera que no se pude traspasar? La discusión está abierta, pero lecciones de periodismo de ciertos opinadores, y menos con la saña con que se emplean, ninguna.