LA CLAVE

Los enemigos de la Patria

Ciertos tics de Franco perduran 80 años después: en esta democracia sin cultura democrática aún se patrimonializa la patria y se demoniza al rival

Retrato oficial de Francisco Franco.

Retrato oficial de Francisco Franco. / periodico

ENRIC HERNÀNDEZ

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Hace 80 años, en la madrugada del 17 al 18 de julio de 1936, el general Francisco Franco lanzaba desde Canarias un mensaje que se puede catalogar como el acta fundacional del Alzamiento NacionalMerece la pena releer el texto, una declaración de guerra en toda regla luego reproducida por el diario 'Abc'. "¿Es que podemos abandonar a España a los enemigos de la Patria?" (...) Que lo hagan los traidores, pero no lo haremos quienes juramos defenderla", concluye la arenga.

La epístola del militar gallego fue el prólogo de tres años de guerra civil cuyo reguero de sangre todavía no ha coagulado: 200.000 muertos y 114.000 desaparecidos en ambos bandos. Muchos de ellos yacen aún en cunetas y fosas comunes por exhumar. El epílogo a cuatro décadas de dictadura y represión fue una Transición modélicamente desmemoriada: sin honores a las víctimas ni castigo a los verdugos. Es decir, con vencedores y vencidos, otra vez.

Los aliados fascistas del régimen perdieron la posterior guerra mundial, que enquistó la autarquía española y partió en dos el mapa de Europa, con el Telón de Acero como ominosa frontera. Pero al menos el ocaso de los viejos imperios permitió que en la mitad occidental del Viejo Continente los estados se modernizaran y arraigasen la democracia y la prosperidad. De estas tres virtudes, solo la tercera pudo rozar la España franquista, de forma tardía y mal repartida.

La muerte del dictador en su lecho presentó el advenimiento de la democracia no como una conquista, sino como una concesión. Y toda concesión exige contrapartidas: aquí, un ejercicio de amnesia colectiva que, junto a los 40 años de tiránica hibernación, explican las malformaciones de una democracia huérfana de cultura democrática.

Franco, presente

Aún hoy se patrimonializa la patria. O se demoniza a los adversarios como “traidores”. Los pactos ajenos son complots. Las tensiones territoriales, vísperas del “desangramiento” de la nación. Y la Constitución se apuntala como empalizada. Conceptos textualmente presentes, todos ellos, en la diatriba golpista de Franco.

Mucho hemos avanzado en estas décadas; no es poco lo que todavía nos queda por aprender.