El gen convergente

"En el proceso político iniciado el Onze de Setembre del 2012 el pacto es imprescindible"

Cabecera de una manifestación a favor del Estatut celebrada durante la transición democrática en Barcelona.

Cabecera de una manifestación a favor del Estatut celebrada durante la transición democrática en Barcelona. / periodico

CARLES CAMPUZANO

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Para algunos, la cultura del pacto parece cosa del pasado. Especialmente, todos aquellos que siempre han criticado la manera de hacer de CiU en el Govern y en las Cortes Generales nos advierten, con entusiasmo poco disimulado, del riesgo del renacimiento de este verdadero gen convergente cada vez que el 'president' Mas o los miembros del Govern expresan la voluntad de dialogar y acordar. A menudo son los mismos que a menudo han defendido la idea de que el pactismo es expresión de debilidad y que afirman que el conflicto es inevitable.

Ciertamente, el pacto entendido como finalidad deviene estéril, pero sin vocación de pacto la política está condenada al conflicto que bloquea y no permite transformar la realidad, incluso cuando quien impone su razón tiene la mayoría que lo legitima democráticamente. Y es que el pacto aún tiene más validez cuando se hace desde el ejercicio de mayorías muy amplias y es imprescindible cuando significativamente tiene que ver con aspectos fundamentales y estructurales de una sociedad. Las grandes transformaciones en democracia suelen ir ligadas a una enorme capacidad de construir grandes acuerdos, entre otras cosas, porque sin grandes mayorías estos cambios no son posibles.

Y, ciertamente, el pacto presupone que no todos vemos las cosas de la misma manera, no todos tenemos los mismos valores o los mismos intereses. El pacto es siempre entre aquellos que piensan diferente. Y justamente por esta razón el pacto siempre tiene un punto de decepción para algunos, especialmente para aquellos del todo o nada .

En el proceso político iniciado el Onze de Setembre del 2012 el pacto es imprescindible. De entrada, el pacto entre los catalanes sobre el ejercicio del derecho a decidir. Se trata de que nadie imponga su opción, sino saber construir una propuesta que una mayoría muy grande comparta. El derecho a decidir se ha convertido en una cuestión demasiado importante para el futuro político de este país que no puede depender solo de los independentistas. Es preciso que CiU sepa sacar lo mejor de ella misma para hacerlo posible.

Nos toca pues reivindicar el gen convergente, que por cierto compartimos en Catalunya con mucha gente que proviene de la tradición del viejo PSUC. CDC y PSUC fueron, sin duda, los partidos centrales del país que durante los años del tardofranquismo y la transición mejor entendieron las virtudes del pacto para transformar la realidad.

Ahora el papel histórico de CDC no debe ser tanto hacer de galgo del proceso soberanista sino de máquina de construir mayorías y ensanchar convicciones.

Bloc de Carles Campuzano