El enredo de la lista electoral

José A. Sorolla

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Autobús de Campanya, la cuenta de Twitter que comenta con agudo humor sarcástico la actualidad política catalana, lanzó el 2 de julio un tuit que resumía mejor que nadie el lío en el que el mundo independentista se ha metido para confeccionar una lista conjunta para las elecciones del 27-S: "Mas ofrecerá una lista conjunta sin personas".

El líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, tampoco se anduvo por las ramas: "Mas y Junqueras, compitiendo para que no haya políticos en una lista independentista. ¡Qué disparate!", disparaba en un tuit el mismo día 2, seguido inmediatamente de otro: "Si me creyera esta comedia, diría que han perdido definitivamente el oremus, Seriedad, por favor".

Aunque Duran no lo explicitara, seguro que pensaba que la comedia era de enredo. No de otra manera pueden calificarse las idas y venidas --como las puertas que se abren y se cierran en los vodeviles-- en torno a la lista única o conjunta que el independentismo aún discute.

El penúltimo episodio --el último aún está por llegar-- es la respuesta que las entidades soberanistas, Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural, han dado a la propuesta hecha por Artur Mas el pasado 20 de junio en un acto celebrado en la población de Molins de Rei.  Allí, Mas emplazó a las entidades a tomar en sus manos el proceso soberanista y elaborar una lista conjunta del independentismo con personalidades de la sociedad civil en la que él estaba dispuesto a asumir el papel que le asignasen.

CON O SIN POLÍTICOS

La oferta de Mas, que ponía en un brete a la ANC y a Òmnium e inducía una posible división interna de las dos organizaciones --integradas por militantes de CDC, de ERC y de otros partidos, y por afiliados sin militancia--, fue inmediatamente replicada por el líder de Esquerra, Oriol Junqueras, que propuso una lista sin políticos.

Después de tres años de proceso soberanista, llegábamos así a la 'antipolítica', primando una lista electoral sin políticos, aunque, como se desprende del tuit de Duran Lleida, nadie se tomara en serio la alternativa de que quienes habían encabezado el proceso se retiraran ahora a los cuarteles de invierno.

Pues bien, de las dos entidades soberanistas emplazadas, una, Òmnium, se decantó por aceptar el reto de Mas de encabezar el proceso, pero con una lista sin políticos, 'comprando' de esta manera la idea de Junqueras. La ANC, sin embargo, se inclinó por la elaboración de una lista en la que sí figurasen los políticos.

Òmnium lo decidió con un simple debate de sus órganos directivos, mientras que la ANC sometió a sus 33.000 afiliados una pregunta tan enrevesada y ambigua que permitiera después diversas interpretaciones: "¿Quiere que la ANC busque las complicidades necesarias con otras entidades y fuerzas políticas para impulsar una propuesta electoral de la máxima transversalidad para garantizar el carácter plebiscitario del 27-S que nos lleve a la independencia de Catalunya?". El 96% de los 11.239 socios que votaron dijeron que sí (hubo además 5.000 votos por correo electrónico), pero sin aclarar si la lista debía ser solo 'civil' o también 'política'.

ERC TIENE LA CLAVE

En principio, el presidente de la ANC, Jordi Sànchez, interpretó que los políticos debían estar en la lista, mientras que Muriel Casals, su homóloga en Òmnium, insistía en que los "políticos en activo" no debían hacerlo. Es más, sostiene que el próximo presidente de la Generalitat debería ser un cargo honorífico y que gobernara un 'conseller en cap' (primer ministro), que no es necesario que sea diputado, según la ley. En la misma línea antipolítica, Casals defiende que el nuevo Parlament no haga política durante un año y se dedique solo a "la desconexión con España". Una vez conseguida, se celebrarían nuevas elecciones, estas ya sí 'normales'.

Pero esta situación surrealista aún debía dar mucho de sí. Esta madrugada, nuevo golpe de teatro. Tras una reunión maratoniana, la ANC cambia de postura y acepta la lista sin politicos, como ya había hecho la CUP horas antes. A estos niveles de sofisticación y de bizantinismo ha llegado el procés. Pero, como muchos no acaban de creerse que no haya políticos en las listas --CDC está en contra-- ni es segura la candidatura conjunta independentista --Jordi Sànchez no descartaba hace días que se formen "dos o tres"--, la realidad es que todo puede volver a la casilla de salida. ¿Para qué habrá servido entonces la consulta a las entidades y las incesantes comparecencias de sus responsables en los medios de comunicación públicos?

La presión se traslada ahora a Mas. ¿Aceptará renunciar a presentarse en la lista sin políticos? ERC, que propuso la lista sin políticos para desarticular la maniobra de Mas, siempre ha recordado que su primera opción es aplicar el pacto CDC-ERC de enero pasado en el que se acordaron listas separadas con puntos comunes.

Para contrarrestar el impulso de Mas hacia la unidad, y no quedar como quien obstaculiza el pacto, ERC ha tenido también la ocurrencia de proponer desde ahora la formación de un Gobierno de concentración. ¿Un Gobierno de concentración antes de saber quién gana las elecciones? ¿Se da ya por supuesto el resultado? ¿Se trata de otra aportación del 'procés' a la ciencia política?

TEMOR A PODEMOS

Todos estos movimientos tacticistas --el recurso a las entidades soberanistas, sobre todo-- expresan en el fondo la incapacidad de los dos grandes partidos soberanistas --CDC y ERC-- para ponerse de acuerdo porque, como es natural, compiten prácticamente por el mismo espacio y por el liderazgo del proceso. Expresan también el temor ante la otra "confluencia", la de ICV, Podemos y otras fuerzas de izquierda, que pone en primer plano la cuestión social, en detrimento de la independencia, y que la última encuesta de El Periódico coloca en situación de disputar la victoria a Mas.

El lío de las listas coincide además con el descenso del independentismo en las encuestas, lo que lleva al Gobierno central y a sus círculos políticos y mediáticos próximos a cometer los mismos errores de siempre. Pese a la ilusión de algunos --cada vez es más frecuente oír que en Madrid se da por amortizado el conflicto catalán--, el independentismo está aquí para quedarse y va a ser seguramente el espacio político mayoritario en Catalunya.

Es probable que ese espacio no alcance la mayoría suficiente para que el proceso hacia la independencia fructifique, pero el Gobierno actual o el que salga de las próximas elecciones generales deberán encarar el problema porque el encaje de Catalunya en España sigue sin estar resuelto.