El siniestro de la isla de Giglio

Del 'Titanic' al 'Costa Concordia'

Pese a los avances técnicos, la previsión y la prudencia son imprescindibles para una navegación segura

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XAVIER BRU DE SALA

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Ahora se cumple el centenario de la tragedia delTitanic. No precisamente para conmemorarlo, sino para recordar que la estupidez humana puede ser inversamente proporcional al progreso, vivimos aún en pleno drama delCosta Concordia, medio hundido en el litoral de la isla de Giglio.

Para que elTitanicse fuera a pique y muriera tanta gente la noche del 14 al 15 de abril de 1912 concurrieron varios factores, casi todos bajo el denominador común del menosprecio del riesgo. El mejor barco del mundo en aquella época se enfrentaba a unas condiciones adversas de navegación, en una zona de icebergs. El riesgo era elevado. En vez de minimizarlo, el capitán lo incrementó cuando ordenó que se mantuviera la velocidad, superior a los 22 nudos. Imprudencia por exceso de confianza. Por si fuera poco, las investigaciones concluyeron que los vigilantes no disponían de prismáticos, porque no se localizó la llave del armario donde se guardaban. Los oficiales sí tenían, cada uno los suyos, y eran necesarios en una noche sin luna y escasa visibilidad, pero no se los prestaron a los vigías.

Entre otras causas relevantes, destaquemos el tamaño del timón, más pequeño de la cuenta, y el hecho de que la hélice principal no dispusiera de mecanismo inversor para girar hacia atrás y frenar así la marcha de la nave. Habría que añadir el doble error en la reacción ante el aviso de iceberg, detectado a 500 metros. Primero, el paro de los motores, que aumentó el radio del giro en la maniobra para esquivar el iceberg. Y segundo, el mismo hecho de virar sin tener la certeza de esquivar el peligro. Con un choque frontal, elTitanicpodría haber quedado dañado pero no se habría hundido. Finalmente, y en el mismo caso de hundirse en menos de tres horas en las gélidas aguas del Atlántico norte, si la tripulación hubiera estado entrenada para una operación de salvamento el número de muertos se habría podido reducir de forma considerable.

El progreso de la seguridad en la navegación es colosal. En 1912 faltaba un cuarto de siglo para que el radar entrara en funcionamiento, y más de 70 años para el GPS y los modernos sistemas de navegación. Las normativas se sofistican cada vez más, de modo que son un quebradero de cabeza disuasorio para la navegación deportiva, sobre todo para quienes pretenden alejarse a más de 60 millas de la costa.

A pesar de la tecnología y las normas, el factor humano sigue siendo determinante. Tanto por los conocimientos específicos que se requieren como por la actitud que se debe tener y mantener en el mar, tan diferente de la de tierra. El navegante que no dispone del chip de la previsión en alerta constante arriesga más de la cuenta. En tierra firme se puede pensar que no pasará nada y no suele pasar nada. En el mar, la frivolidad se suele pagar mucho más cara. En el mar, la más mínima imprudencia es una grave temeridad. Pero no basta con la prudencia. La inestabilidad del mar, su propia naturaleza, multiplica de manera exponencial las posibilidades de convertir un pequeño incidente en accidente, el accidente leve en fatal. La previsión, la minimización permanente de los riesgos, es, pues, la base imprescindible de la seguridad en la navegación.

El capitán delCosta Concordia debe ser una persona de la máxima capacitación técnica para asumir el mando de una nave aún más gigantesca que elTitanic. Sin embargo, no está capacitado para navegar, porque en vez de sentido del riesgo y la prudencia tiene una frívola propensión a la temeridad. Cuando se tiene la responsabilidad de la vida de 5.000 personas -y aunque solo fuesen cinco- no debe pasar por la cabeza de nadie sensato una frivolidad como la que originó la catástrofe. Es del todo imperdonable, debería haberse detectado en el perfil psicológico del capitán, y si no en alguno de los precedentes que se han conocido.

ElTitanicse hundió por una reacción poco prudente ante un riesgo exterior. Cien años después, elCosta Concordiase ha perdido debido a un riesgo aportado por el capitán. Es él quien se salta una norma de oro, es él quien pone en peligro las vidas humanas, es él el causante de la tragedia. Que lo hiciera de una manera tan inconsciente y alocada dice muy poco a favor de quienes le confiaron el mando. Lo único que hizo bien, tras ocasionar la colisión y al ser informado de que el barco se hundía, fue acercarse más a tierra para vararlo e impedir que se hundiera del todo. A pesar de ello, los muertos pesarán sin excusas sobre su conciencia.

Y pesará sobre su reputación la vergüenza de abandonar la nave. Bastante fama tienen los italianos de oscilar como si nada entre la cobardía y la temeridad como para tener que sufrir el oprobio a que los somete su compatriota al huir de la nave y mentir de una manera tan descarada. El capitánSmithdelTitanictuvo un final digno. Se dice que en el último minuto gritaba «Sed ingleses, sed valientes». El capitánSchettino, en cambio, se mostró más indigno que Lord Jim. Como mínimo, el personaje deConradvivía abrumado por el peso de la propia cobardía.

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