Editorial

El CIE de la Zona Franca, de nuevo

La condición de inframundo de la instalación barcelonesa persiste

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El Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de la Zona Franca ha tenido mucho protagonismo, en los últimos años, entre este tipo de establecimientos. Tanto porque sus condiciones no eran menos duras que las del resto como porque en Barcelona ha habido especial sensibilidad para actuar en pro de quienes tienen la desgracia de ir a parar a esa instalación. Hace ya más de un lustro que EL PERIÓDICO encabezó una campaña para intentar sacar a los CIE del limbo legal en el que se encontraban, y en el 2014 el Ministerio del Interior, finalmente, aprobó un reglamento que, aunque puso algo de luz en la oscuridad, no ha variado de forma significativa la realidad de esos centros.

Los CIE siguen siendo, a juicio de las oenegés que los pueden visitar, cárceles encubiertas en las que los internos se encuentran en un estado de indefensión, completamente sujetos a lo que las autoridades decidan, ya sea su expulsión de España o su puesta en libertad. Ahora, la Fundación Migra Studium ha denunciadoFundación Migra Studium que una cuarta parte de los internos de la Zona Franca que han solicitado su asistencia aseguran ser menores, cuyo ingreso en los CIE está prohibido.

Aunque es difícil verificar cuántos tienen realmente menos de 18 años, no parece ser una situación excepcional. La condición de inframundo de la instalación barcelonesa, en todo caso, persiste, y en los últimos seis meses han pasado por ella casi tantas personas como durante todo el 2015. La vergüenza colectiva también continúa.