Geometría variable

Bajar impuestos, pero al empleo

JOAN TAPIA

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Un primer apunte sobre los consejos que brinda el informe de la Comisión Lagares: siempre es bueno algo similar a un libro blanco sobre un problema candente como es la reforma fiscal. Debe ayudar a discutir con más racionalidad.

Hay que tomar nota de que el presidente de la citada comisión, Manuel Lagares, no ha tenido empacho en afirmar: «No aumentamos la presión fiscal, la mantenemos». Después de dos años de Gobierno del PP -que cuando estaba en la oposición juraba que bajaría impuestos y que en el Ejecutivo los ha subido todos, empezando por el IRPF y el IVA-, se concluye que no se pueden bajar impuestos. Y la razón para ello es la misma que hace unos años, cuando la derecha (no solo el PP) atacó la subida del IVA: la prioridad debe ser el control del déficit porque lo contrario comportaría la salida del euro. Dos años después, una comisión de expertos designada por Rajoy deslegitima ese discurso del PP en la oposición que el ministro Montoro ya había ido enterrando en su día a día. Es cierto que dice que los que pagan podrán pagar menos si la lucha contra el fraude es efectiva, pero eso depende de la plantilla y de la moral de los inspectores y del número de ordenadores.

El fallo es no abordar el que hoy es el gran problema. Con un paro superior al 20% (que tendremos durante años), la cuestión no es que las tarifas del IRPF seas  superiores a las medias europeas (algo que es verdad y, además, inconveniente), ni que en parámetros europeos haya todavía margen para subir el tipo de IVA de algunos productos e, incluso, para subir este impuesto. Con este retoque, el sistema fiscal podría ser más eficiente pero dañaría la cohesión social, ya muy zarandeada por el paro y la devaluación salarial, porque subir impuestos indirectos perjudica a las clases bajas y medias bajas mientras que suavizar la tarifa del IRPF beneficia más a las medias-medias y medias altas.

Hoy la aberración es que tenemos un paro del 26% -el mayor de Europa- y, al mismo tiempo, los impuestos sobre el empleo también más altos. Si bajáramos las cotizaciones sociales -manteniendo los impuestos directos (IRPF y sociedades) e incluso subiendo algo el IVA-, quizá lográramos objetivos importantes. Primero, incrementar el empleo -el paro es la más flagrante desigualdad- y, de paso, inyectar poder de compra para reactivar. Segundo, aumentar la competitividad de los productos españoles en los mercados de exportación (bajar las cotizaciones equivale a una devaluación fiscal). Y en un país con más empleo, el clima político y social sería más respirable, lo que también beneficiaría a la economía. No parece muy lógico que Lagares diga ahora que la devaluación fiscal se debe retrasar todavía más cuando la salarial está en marcha desde hace años.

Si la devaluación interna es obligada (y ya está dando resultados), hay que poner toda la carne en el asador. Y la devaluación salarial (empresas más competitivas gracias a salarios más bajos) debe ir acompañada de la fiscal (empresas más competitivas bajando cotizaciones sociales). Sin poner en riesgo las cuentas de la seguridad social gracias a los impuestos tradicionales.

Para el PP puede ser más interesante electoralmente que las retenciones de los salarios bajen algo a principios del 2015 (año de elecciones autonómicas y generales). Y el PSOE e IU denunciarán la injusticia que supone subir el  IVA que grava necesarios productos de consumo. Pero sería más inteligente intentar construir un pacto político-social que bajara impuestos al empleo (cotizaciones sociales). Es algo que siempre se dice que se deberá hacer en el futuro, pero mientras llega (el futuro) la crisis ha destruido millones de empleos y la tasa de paro ha subido del 8% al 26%. ¿Es más inteligente polemizar sobre galgos (IRPF) y podencos (IVA)?