Árbol eterno

Y así seguimos. Entre la ley de Rajoy, que tiene más de carro de combate que de marco de convivencia, y el derroche escenográfico independentista

Una imagen de la cumbre de partidos favorables al referéndum, este lunes, en el Palau de la Generalitat.

Una imagen de la cumbre de partidos favorables al referéndum, este lunes, en el Palau de la Generalitat. / periodico

EMMA RIVEROLA

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En la fotografía, 13 personas repartidas en tres bandas. Tres de ellas presiden el encuentro: Oriol Junqueras, que últimamente bascula entre el silencio y las palabras medidas, ni un movimiento en falso que perturbe su paseo hacia la presidencia de la Generalitat; Carles Puigdemont, tan seguro de donde quiere ir, mientras en su partido ya presienten las rocas y se agarran al mástil, y Neus Munté, a quien le toca comunicar más tarde la nadería de la reunión. Ninguna novedad, más allá de destacar con displicencia la ausencia de los 'comuns'.

Pero en aquella sala hay una presencia más. Una presencia callada, pero no exenta de significado. Las paredes decoradas por los frescos de Joaquín Torres García, el artista de origen uruguayo que vivió su momento de gloria en Catalunya de la mano de Enric Prat de la Riba, el primer presidente de la Mancomunitat. Guardando las espaldas de Junqueras, Puigdemont y Munté, se encuentra el fresco 'La Catalunya Eterna'. El historiador de arte <strong>Joan Sureda</strong> escribió sobre el árbol que lo preside: «Ese árbol eterno, esa patria milenaria, protege bajo su copa a dos figuras emblemáticas: las depositarias del Verbo y del pensamiento. Los más grandes tesoros de la nación catalana».

Y así seguimos. Entre la ley de Rajoy, que tiene más de carro de combate que de marco de convivencia, y el derroche escenográfico independentista. De acto en acto, hasta no sé sabe dónde… Verbo y pensamiento.