El epílogo

La espalda del censor

ENRIC HERNÀNDEZ

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El ya expresidente valencianoFrancisco Campsse sentará en el banquillo -si un súbito acto de contrición no lo remedia-acusado de un delito de cohecho impropio. Por fortuna para la dignidad de los valencianos, finalmente no lo hará como máximo representante de su pueblo, pues la tardía pero efectiva presión deMariano Rajoy y su equipo lo ha forzado a presentar la dimisión. Un jurado dictaminará si se vendió «por tres trajes», y más tarde un tribunal decidirá si tales obsequios eran solo las migajas de otro pestilente pastel: la (presunta) financiación ilegal del PP valenciano. Pero la fatal impronta deCamps no se puede circunscribir alcaso Gürtel; la huella que ha dejado en el panorama mediático local, y en particular en la televisión pública, tardará mucho tiempo en borrarse.

El apagón informativo que ha sufrido la Comunitat Valenciana recuerda a la tiranía queGeorge Orwellretrató en1984, en la que se rehacían las hemerotecas para ajustarlas a la cambiante verdad oficial. El miércoles, Canal 9, la televisión del régimen deCamps, tardó una eternidad en informar de su dimisión. Y, como quiera que el canal dosificaba con cuentagotas e incienso los apuros judiciales del presidente, un espectador despistado no habría entendido nada: el ganador de las elecciones dimite proclamándose inocente, pero... ¿inocente de qué?

Buen inicio de Alberto Fabra

La mordaza valenciana no ha imperado solo en la televisión pública. Los servicios de prensa de la Generalitat también impidieron a las restantes cadenas retransmitir en directo la declaración (por supuesto, sin preguntas) deCamps. El único medio que lo intentó solo grabó una imagen, pero impactante: un fiel lacayo del presidente se planta ante la cámara y, tapando el objetivo con sus anchas espaldas, impone una censura que creíamos abolida.

Aparte de devolver el prestigio a la Generalitat, el nuevo presidente,Alberto Fabra, afronta el desafío de reinstaurar la libertad de expresión, pisoteada por sus predecesores. Que levante el veto a las emisiones de TV-3

en la Comunitat Valenciana se antoja como un buen comienzo.