CRÓNICA El joven artista se luce con Brahms junto a la Sinfónica de Berlín

El virtuoso violinista Eric Silberger

CÉSAR LÓPEZ ROSELL
BARCELONA

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En un programa de éxito garantizado por las obras presentadas y la calidad de los ejecutantes es importante que surja un elemento que lo haga diferente. Sobre todo si hace tan solo un mes que la OBC, con el prodigioso violín de Hilary Hahn, hiciera una propuesta idéntica con solo el añadido del estreno de una pieza de Benet Casablancas. Pues bien, en el caso del concierto de Ibercamera, la noche del lunes en el Auditori, ese factor fue, además de la categoría de la Sinfónica del Konzerthaus de Berlin dirigida por el  maestro ruso Dimitrij Kitajenko, la presencia del joven violinista estadounidense Eric Silberger, quien sustituyó con insólita seguridad al ya acreditado Sergey Khachatryian.

Ganador de concursos como el Chaikovski y apadrinado por el desaparecido Lorin Maazel, el violinista exhibió un gran virtuosismo. El sonido que extrajo de su J. R. Guadagnin alcanzó niveles poco habituales en un artista de solo 26 años. Le falta aun pulir matices pero su respuesta a las exigencias del deslumbrante Concierto para violín y orquesta de Brahms fue soberbia.

El violín se impuso a la orquesta, pero esta hizo todo lo posible para que así fuera. Una propina con Capriccio núm. 24 de Paganini cerró una aclamada primera parte.

La formación berlinesa dio lo mejor de sí con toda su artillería sonora, con 60 componentes en la cuerda, en la Sinfonía número 2 de Rachmaninov. El recorrido por esta magna obra hasta llegar al Allegro vivace final, donde se vuelven a oír los temas de los tres primeros movimientos, emocionó a un auditorio que todavía pudo deleitarse con el Valse de la Masquerade de Khachaturian. Noche completa.