Ideas

La tierra de Nod, allí y aquí

JAUME SUBIRANA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cualquier viajero un poco atento ha podido constatar como muchas de las cosas que le sorprendían en Estados Unidos, unos años después acaban llegando a Europa, e incluso a España. Este proceso se ha acelerado extraordinariamente en las últimas décadas: el tiempo que dura una dinámica de allí a ser común entre nosotros es cada vez más breve.

Por eso, aunque en casa tratatemos de implantar con los libros el catch and release de la pesca (sin gran éxito, lo confieso), cuando estoy en Estados Unidos no puedo evitar ir de librerías (a las que todavía existen: el sector allí también ha retrocedido), como lector pero también como cazador de tendencias. Porque aunque es cierto, por ejemplo, que la dinámica novedad-primero-más-cara-en-tapa-dura (y después si funciona, en bolsillo) no ha conseguido implantarse del todo aquí, otras cosas sí han llegado. O nos llegarán. Hablo, por ejemplo, del espacio y el protagonismo creciente de la sección Stationery (en la que se vende, de todo menos libros), hablo de la sección True crime, hablo del gran espacio dedicado a las revistas y diarios (en un país sin quioscos), hablo de la sección Americana (en muchas librerías barcelonesas hay un apartado de libros y guías sobre la ciudad). No estoy seguro de que atravesar el océano sea tan fácil para el enorme apartado de las religiones, ni para el nivel cultural de una librería de cadena (la de Union Square glosada hace poco por José Luis García Martín en su excelente blog, aunque no mencionaba el aire polar de la cafetería ni la cola para sentarse), en la que junto a gatitos de peluche y revistas de coches haya una sección  de estudios literarios con Barthes y Frazer, con Eagleton y James, autores que en casa no encontraría juntos ni en un librería especializada.

Cosas diferentes y cosas muy parecidas. Miro las caras y las manos de los lectores, cómo hojean los libros o pasan el dedo por las  estanterías, con la cabeza inclinada, en un continente y en el otro, a la vez. En la tierra de Nod de las letras.