El festival de músicas avanzadas

El Sónar hierve con una fusión de ritmos

La primera jornada brindó guiños al jazz, el soul, el house y el pop gótico

Imágenes de los siempre variopintos espectadores que atiborran las festivas jornadas de Sónar de Día.

Imágenes de los siempre variopintos espectadores que atiborran las festivas jornadas de Sónar de Día.

JORDI BIANCIOTTO

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Alrededor del CCCB y el Macba, en la calle Montalegre y cercanías, flotaba ayer el rumor sordo de cada año: una pelota de sonido confusa vagamente dominada por un bombo pilón. Actúe quien actúe en el Sónar, la suma de todo ello, a distancia, siempre acaba sonando más o menos igual. Algún experto en fenómenos acústicos deberá un día explicar porqué se produce ese fenómeno incluso cuando están tocando músicos tan virtuosos (y poco machacones) como Thundercat, el bajista de Suicidal Tendencies, con su aventura de orientación jazzística.

Thundercat, marca artística de Stephen Bruner, demostró que ser un músico de metal extremo es compatible con el estilismo y la floritura instrumental, e incluso con atraer muchas miradas en un festival de base electrónica como el Sónar. En el espacio al aire libre del Village, cerrabas los ojos y parecía que Jaco Pastorius se había infiltrado en el festival. Solos de teclados y, por supuesto, de bajo, y escalas arriba y abajo en intrincadas secuencias acuñadas en el disco The golden age of apocalypse.

También tuvo afinidades jazzísticas, aunque mucho más soterradas, el pase de Steven Ellison, es decir, Flying Lotus, un clásico vip del festival que manejó una viscosa carcasa electrónica de beats encrespados y desfiguradas bases de house. Un temario con vistas a su próximo disco, que saldrá en octubre, Until the quiet comes, y que fue brevemente saboteado por un corte de fluido eléctrico, incidencia que siempre constituye la peor pesadilla para un festival como este, en el que improvisar un unplugged con guitarras acústicas y laúdes es una alternativa poco realista.

El SonarHall, a cubierto del sol matador, también se llenó para ver al supergrupo de la temporada, Mostly Robot, que se montó un escenario singular con mamparas metalizadas. Brindó una depurada, perfeccionista propuesta de soul puesto al día, con cadencias nocturnas y composiciones inflamadas, de torch song modernas, muy beneficada por la implicación de una de las mejores voces del festival, la de Jamie Lidell.

CEREMONIA EN LA CAPILLA / Resultó muy apropiada la programación de Trust en el escenario SonarComplex, es decir, la Capella dels Àngels. Porque el dúo canadiense, proyecto paralelo de Maya Postepski (Austra), se dedicó a resucitar sonidos ceremoniosos y filogóticos de raíz ochentera, entre la herencia de Gary Numan y Depeche Mode, y la robusta Electronic Body Music. Puesta en escena dramática, con Robert Alfons zarandeándose como poseído por una angustia interior (la represión sexual es su materia favorita), y un sonido en el que colisionaban tramas sintéticas duras y el tacto orgánico de la batería acústica.

Entre las últimas atracciones de la jornada en su parcela diurna, el house con diáfana alma pop de Totally Enormous Extinct Dinosaurs, museístico alias del británico Orlando Higginbottom, que alegró el Village con estribillos interceptables a la primera y amables invitaciones al baile colectivo. Una propuesta liviana para enfilar la recta final del estreno del Sónar de día, que rondó el lleno de convocatoria aun sin recurrir a la artillería pesada. A partir de hoy, los platos fuertes del festival.