Dietrich Brüggemann: «La religión forma parte esencial del ADN humano»

En Camino de la cruz el director alemán Dietrich Brüggemann advierte sobre los peligros de la fe ciega a través del asfixiante retrato de una niña sometida por la estricta educación religiosa que le impone su familia. La gran baza del filme es de índole formal: está dividido en 14 capítulos, cada uno consistente en un solo plano fijo, titulados según los nombres de las estaciones del vía crucis. El filme recibió un buen número de premios en las últimas Berlinale y Seminci.

SEnDCamino de la cruz deja muy claro que la religión tiene cierto potencial peligroso y destructivo. ¿En algún momento le preocupó que la película pudiera ser malentendida o crear controversia?

-La religión puede ser muchas cosas. Si yo fuera un marciano de visita en la Tierra y asistiera a una misa en Uganda primero y a otra en Oslo después, no creo que fuera capaz de identificarlas como la misma cosa. Personalmente no le veo el sentido a participar en la religión organizada, pero tampoco voy a ser yo quien juzgue a los que sí se lo ven. La religión también sirve para que las personas se reúnan el domingo y formen comunidad, y eso es bueno. En resumen, no me preocupé por crear polémica, pero tampoco por evitarla.

-¿Podría hablarnos de su decisión de estructurar la película a través de la mera sucesión de secuencias largas y estáticas?

-Toda la película partió de esa idea. No la habría hecho de ninguna otra manera. Esas secuencias son capaces de acumular una cantidad de tensión que resulta difícil de lograr en una película normal. Rodar una película a partir de largos planos estáticos es tan distinto a cualquier otra forma de hacerlo que es casi una forma distinta de arte. Respecto a las dificultades que plantea, es la experiencia de trabajo más relajada imaginable.

-El drama de la película se construye sobre personajes estereotipados, como una fanática religiosa y una mártir pasiva. ¿No le quita eso autenticidad?

-Esos estereotipos solo funcionan como tales si trabajas de afuera hacia adentro: primero decides que el personaje será un fanático religioso y después empiezas a construirlo. En todo caso, en el centro de todo estereotipo hay verdades esenciales. Y si trabajas de dentro hacia afuera, si empiezas a crear un personaje y le das ciertos rasgos de dar y entonces te das cuenta de que posee similitudes con personajes que has visto en alguna otra parte, no debería preocuparte. Si los personajes son de carne y hueso, nada más importa.

-Algunos dirán que el conservadurismo religioso es un blanco demasiado fácil contra el que hacer una película. ¿Qué tiene que responder a eso?

-Como con cualquier tema, para hablar de los extremos religiosos hay que tratar de entenderlos, o de lo contrario se corre el riesgo de caer en el panfletismo estúpido. En todo caso, Camino de la cruz habla casi más de la familia que de la religión. Habla de una madre que tiene miedo de que su hija se convierta en un monstruo, y al tratar de evitarlo se convierte ella misma en un monstruo.

-¿Cree usted que este sistema nos empuja al sacrificio?

-Últimamente la tendencia parece ser la opuesta, se nos anima al narcisismo. Pero sí, los viejos sistemas tradicionales como la iglesia, el ejército, la monarquía, o incluso manifestaciones culturales como la música clásica, nos animan a anular nuestro yo para formar parte de algo más grande. Supongo que ponernos en manos ajenas, delegar responsabilidades, puede llegar a ser liberador.

-¿Diría usted que el papel de la religión en nuestras sociedades es demasiado grande?

-Cada vez lo es más. En los 90 no hubo ni rastro de religión, pero luego llegaron el 11-S, el Papa Ratzinger, esos locos fundamentalistas cristianos en EEUU y un movimiento ateo bastante radical. La religión, pues, tuvo un gran resurgir. Supongo la religión forma parte esencial del ADN humano. Necesitamos algo que desempeñe el papel de Dios, que nos dé sentido.

-¿Es usted creyente?

-Mi Dios me impide responder a esa pregunta con un sí.