EL CENTENARIO DE UN MITO DEL CINE

El siglo de Kirk Douglas

El último titán de Hollywood cumple este viernes 100 años dejando atrás una vida repleta de éxitos y tragedias

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Al cumplir los 92 años, Kirk Douglas decidió volver a los escenarios. Había perdido su dicción y la locuacidad de antaño debido a un derrame cerebral que sufrió en 1996 y que temporalmente le dejó sin poder hablar, tan deprimido que llegó a pensar en el suicidio, según contó en una de sus biografías. Pero el actor seguía teniendo una vida monumental que contar y un público ávido por escuchar la historia del último superviviente de la edad dorada de Hollywood. Así que optó por hacer un monólogo sobre su experiencia vital. Lo llamó ‘Antes de que me olvide’. “Cuando tienes un derrame, debes hablar lentamente para que te entiendan. Yo descubrí que cuando hablo lento, la gente me escucha. Creen que voy a decir algo importante”, le dijo entonces a la radio NPR.

El legendario Kirk Douglas cumple este viernes 100 años, una efeméride imposible que celebrará con una fiesta para unos 200 invitados en casa de su hijo Michael Douglas y su nuera Catherine Zeta Jones, quien el pasado 24 de noviembre compartió en Instagram una entrañable foto familiar con el patriarca en primer plano celebrando el Día de Acción de Gracias. 

Atrás queda una carrera extraordinariamente prolífica y salpicada de clásicos, con más de 90 películas que atraviesan toda clase de géneros, desde el cine épico (‘Espartaco’‘Ulises’ o ‘Los Vikingos’), al drama (‘El ídolo de barro’‘Senderos de gloria’), el western (‘Duelo de titanes’, ‘Camino de la horca’) o el cine negro (‘Retorno al pasado’). La industria ha sido cicatera con él. Solo le dio un Óscar conmemorativo a su carrera, después de tres nominaciones que quedaron en nada. Su palmarés incluye también dos Globos de Oro.

HOYELO INCONFUNDIBLE

HOYELO INCONFUNDIBLE

La edad y la cirugía estética han difuminado el esplendor de aquel físico portentoso que conquistó al público e hizo perder la cabeza a más de una de las actrices de la época, pero mantiene aquella mirada abrasadora y el hoyuelo inconfundible de la barbilla. “Fue y todavía es increíblemente dinámico, una personalidad desbordante, a veces agresivo, un hombre masculino que amaba a las mujeres”, ha dicho su hijo Michael Douglas, uno de los cuatro que tuvo de sus dos matrimonios. Lo de amar a las mujeres no es una exageración. Tuvo líos con Marlene Dietrich, Joan Crawford o Rita Hayworth. Y cuenta la leyenda que tras acostarse con 29 mujeres durante otras tantas noches buscó tratamiento contra la impotencia al tener dificultades con la trigésima. “Hasta Dios descansó después del sexto día”, le dijo aparentemente el médico.

{"zeta-legacy-image-100":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/3\/8\/1455791387183.jpg","author":null,"footer":"Kirk Douglas y Lana Turner, en un fotograma de 'Cautivos del mal', de Vincente Minelli."}}Issur Danielovitch, como le pusieron sus padres al futuro actor, director y productor, nació en Nueva York durante la primera guerra mundial. Sus padres eran inmigrantes judíos de la Bielorrusia soviética y se crio con seis hermanas en un hogar pobre, con el yiddish como lengua materna. Su padre era trapero y nunca prestó demasiada atención a los niños. El actor ha contado alguna vez que la primera vez que actuó, en la guardería, su padre le compró por primera vez un helado y aquel helado significó mucho más que todos los premios que recibió durante su carrera. “Desde aquel día decidí que sería actor”, dijo en una entrevista.

Poco antes de alistarse en la marina para servir en la segunda guerra mundial, adoptó el nombre de Kirk Douglas y poco después se casó con la actriz Diana Dill. En 1946 debutó en la gran pantalla en ‘El extraño amor de Martha Ivers', después de que lo recomendara su amiga Lauren Bacall. Tres años después consiguió su primera nominación al Óscar con ‘El ídolo de barro’, en la que encarnó a un boxeador. Bajo la dirección de Vincente Minnelli lograría las otras dos por ‘Cautivos del mal’ y ‘El loco del pelo rojo'.

{"zeta-legacy-image-100":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/2\/5\/1481117665252.jpg","author":null,"footer":"Kirk Douglas y Anthony Quinn, en 'El loco del pelo rojo', de Vincente Minelli y George Cukor."}}

En 1960 creo su propia productora y debutó con ‘Espartaco’, un film con el que se atrevió a desafiar la censura del senador John McCarthy y su lista negra para purgar a los comunistas y socialistas de Hollywood. Como antes hicieron otros como Otto Preminger, Douglas se empeñó en escribir el nombre de Dalton Trumbo en los créditos. Trumbo había escrito el guion, pero llevaba años firmando con seudónimo para burlar la caza de brujas. “Demasiada gente utilizaba nombres falsos por entonces. Era vergonzoso”, le dijo recientemente al Hollywood Reporter. “Yo era lo suficientemente joven para ser impulsivo, así que aunque me advirtieron para que no lo hiciera, utilicé su nombre real en la pantalla”.

PERFIL PROGRESISTA

Aquel gesto ayudó a derrumbar el muro de intolerancia en Hollywood y cimentó el perfil progresista de Douglas. Un hombre tan impulsivo como tempestuoso, un carácter no siempre fácil de digerir. “Vivir con mi marido es como estar sentada en un hermoso jardín junto a un volcán que puede entrar en erupción en cualquier momento”, dijo su segunda mujer, la actriz Anne Buydens, con la que lleva casado más de seis décadas.

{"zeta-legacy-image-100":{"imageSrc":"https:\/\/estaticos.elperiodico.com\/resources\/jpg\/4\/0\/1481213616304.jpg","author":"REUTERS \/ DANNY MOLOSHOK","footer":"Kirk Douglas y su hijo Michael, en el 2009."}}

Ya siendo un hombre maduro, el actor sobrevivió a un accidente de helicóptero en 1991 y perdió a su hijo Eric por una sobredosis accidental en 2004. “Cada vez que me siento al lado de su tumba, ¿me pregunto qué más podría haber hecho?”. Entre medio sufrió la apoplejía que le dejó temporalmente mudo. Pero como aquel esclavo tracio que desafió al Imperio Romano nunca se rindió a la tragedia y recuerda con cierta nostalgia los días de aquel Hollywood de los grandes estudios, suficientemente cobardes para sucumbir a las presiones de la censura, pero capaces de mantener el indispensable halo romántico del artista.

“Ahora ya no tienen aquel poder, pero se parecen demasiado a las grandes empresas. Al menos en mis días, los dueños de los estudios trataban de hacer buenas películas y creo que lograron hacer muchas más buenas películas de las que hacemos hoy”, le dijo hace cuatro años a Variety.