ENTREVISTA CON EL Urbanista

Joan Busquets: «Sin Cerdà, Barcelona sería provinciana»

Este año ha sido galardonado con el Erasmus 2011 y el Premi Nacional d'Arquitectura, que recibirá este sábado.

«Sin Cerdà, Barcelona sería provinciana»_MEDIA_1

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NATÀLIA FARRÉ
BARCELONA

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-En poco tiempo ha recibido dos premios culturales. ¿Significa esto que el urbanismo es cultura?

-Pues sí. Lo más importante es justamente que reconocen que el urbanismo es cultura. Y que la arquitectura comprometida con la ciudad tiene una dimensión cultural. Muchas veces se ha vestido el urbanismo como un sistema burocrático y técnico, como si se tratara solo de decidir solo dónde tiene que haber una zona verde; cuando lo importante es pensar cómo será, cómo se llegará a ella y si se usará. Este componente social y estético forma la dimensión cultural del urbanismo.

-El urbanismo a menudo pasa desapercibido. Solo se suele conocer a los autores de edificios icónicos.

-El urbanismo es más importante que los edificios singulares. Aunque respeto y aprecio la buena arquitectura, el medio ambiente que utilizamos cada día no es el edificio singular, es lo que llamamos ciudad, el lugar donde se mezclan espacios y personas, y que toca a todo el mundo. La mayoría de la población no puede vivir sin un medio urbanizado, por lo tanto la calidad de la urbanización compacta es muy importante. A todo el mundo le gusta Gaudí, pero si sus edificios estuvieran en medio de espacios horribles quizá no nos gustaría tanto. Lo importante es que están en el Eixample de Cerdà, que es lo que hace a Barcelona tan extraordinaria. Sin él, Barcelona sería una ciudad provinciana.

-¿Cuál fue el gran mérito de Cerdà?

-Dio la escala adecuada a la ciudad, fijó unas reglas de juego muy precisas y a la vez dejaban mucha apertura. La historia de Barcelona siempre ha estado basada en una reinterpretación del Plan Cerdà. Por ejemplo, no prestó ninguna atención al frente marítimo porque en el siglo XIX todos los males venían del mar: los piratas, las fiebres... ¿Qué hemos hecho nosotros? Añadirle una fachada al Plan Cerdà. Es un proyecto que tiene la genialidad de permitir que le añadas cosas y que casen bien.

-¿Y cómo ve ahora a Barcelona?

-Muy bien. Está apreciada en todas partes como una de las ciudades que más ha hecho para transformarse. Su espacio público es admirable. Lo que hay que hacer, que ya se ha empezado, es trabajar en los espacios intermedios, los que son públicos y privados, como los patios de manzana. Se ha dicho que las ciudades tradicionales como la nuestra no tienen futuro. No es verdad. Todo el proceso llevado a cabo durante los últimos 20, 30 años en Europa demuestra que la ciudad tradicional puede cambiar y que la gente se siente a gusto en ella.

-Ya. Pero hay un momento que no pueden crecer más.

-Barcelona no es el término municipal, es enorme. La ciudad de hoy, con los sistemas de comunicación actuales, es abierta. Con el tiempo y el AVE uno vivirá en Girona y estará en 20 minutos en Barcelona.

-¿Esto es sostenible?

-Absolutamente. El tema es qué uso hacemos de las nuevas infraestructuras. Si las utilizamos para hacer más suburbios, mal. Pero si dan oportunidades a las economías de Girona o de Tarragona es positivo. El peligro es que ensuciemos todo el territorio. Se trata de dar potencialidad a las relaciones, no de hacer una ciudad lineal hasta Perpiñán.

Y, como arquitecto, ¿qué opina de la especulación?

No quiero ser ingenuo, sé que las cosas pasan por el valor del suelo pero hay formas de acotarlo. Quizá hemos de aprender de los chinos o de Amsterdam, donde el 80% de la vivienda es pública. Cuando Amsterdam lo decidió, en 1910, era la ciudad con más especulación de Europa. Hay ciertos momentos en que la sociedad, y esto es a lo que me gustaría que esta crisis nos llevara, necesita hacer a un debate.