El avión global del 2026, con tecnología de la UPC
Los ingenieros del CIMNE participan del acuerdo UE-China que desarrolla el aeroplano del futuro
Quien va sentado en un avión a la vista de la punta del ala y ve que modifica su posición durante el trayecto, distinta de cuando subió al aparato en tierra, en lugar de padecer ha de sentirse más seguro. La percepción de fragilidad contradice los cálculos sobre el comportamiento de un aeroplano cuando afronta todas las variaciones posibles de las corrientes del aire, que se obtienen gracias a técnicas desarrolladas durante años en centros de investigación esparcidos por todo el mundo.
También en Barcelona y de manera notoria. Uno de sus centros de investigación y aplicaciones de ingeniería más reconocidos, el CIMNE, es el elegido por la UE y el Gobierno chino para desarrollar los apoyos teóricos que dentro de 10 años -el término necesario para que las innovaciones maduren, superen todos los controles y garanticen el objetivo de que los aviones sean tan ligeros que gasten menos y contaminen menos. Por dos motivos: porque la contaminación de un aeroplano es global: de Barcelona a Pekín, tenga la ruta que tenga, su combustible contamina todo el trayecto; y porque toda la industria aeronáutica es global, concentrada en Boeing y Airbus y la emergente china Comac.
El éxito de la elección de los ingenieros de la UPC/CIMNE para colaborar en el gran proyecto de la aviación de la próxima década tiene nombre, el doctor Jordi Pons-Prats que con media docena de colegas trabaja en la denominada fluido-dinámica computacional. Equivale a desarrollar sofisticados programas de ordenador capaces de analizar cómo puede reaccionar un avión ante el cambio imprevisto de las corrientes de aire. Si al final se obtienen los datos necesarios y contrastados, se puede afinar en la elección de materiales para construir un avión la próxima década.
Ecuaciones
«Ya disponemos de las ecuaciones formuladas por los grandes físicos de la historia. Nuestro objetivo es simplificar y aplicar estas ecuaciones hasta que nos aseguren el análisis de los fluidos del aire en favor de una aviación más segura a través de la computación con ordenador» explica Pons-Prats, con su encomiable claridad. Licenciado por la UPC (1999), se doctoró en lo que es su pasión, la aeronáutica, aunque se trate de globos aerostáticos (estos días desarrolla globos de alta altitud).
«Que Barcelona destaque en industria aeronáutica no es una locura», avisa Pons-Prats, por las capacidades de la industria local de fabricar partes de una aeronave, complementadas por la aportación de los ingenieros del CIMNE de los cálculos necesarios para elegir el material adecuado en función de las condiciones de vuelo que afronta un avión durante su trayecto. ¿Y quién hace de ratón de laboratorio en esta disciplina? Pons-Prats aclara: los túneles de viento, casos reales que nos aportan las compañías y otros centros de investigación».
Viajar sobre el ala es aprender la importancia de saber calcular.
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