CONSECUENCIAS DEL DESASTRE NATURAL

Víctimas olvidadas

Un grupo de japoneses reza por las víctimas del tsunami en Natori, ayer.

Un grupo de japoneses reza por las víctimas del tsunami en Natori, ayer.

ADRIÁN FONCILLAS
TOKIO

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Una lengua de agua invadió la costa noreste de Japón y en su retirada dejó centenares de pueblos arrasados. Fue un desastre natural sin precedentes: el peor seísmo en Japón desde que se registran y un tsunami de olas de 40 metros. Se intuía un largo interés mediático, pero dos días después, la atención viraba hacia una central nuclear. La radioactividad de Fukushima aún no ha matado a nadie, mientras el tsunami provocó 20.000 muertos. Fueron las víctimas olvidadas entonces y hoy aún denuncian la sordera de Tokio.

Fue rápida la limpieza de los escombros y ruinas, pero no basta para recuperar la vida diaria. La reconstrucción es muy lenta. Más de 300.000 japoneses viven en casas prefabricadas sin saber cuándo sus antiguos pueblos serán habitables. Según el Gobierno de Miyagi, será necesaria una década para la absoluta reconstrucción.

Takatoshi Ito, catedrático de Economía de la Universidad de Tokio, desgrana las razones:«Primero, porque aún no se ha decidido qué hacer. Segundo, porque se discute cómo usar el dinero público. Tercero, porque la atención se dirige al problema nuclear. Y cuarto, porque muchas ciudades perdieron a trabajadores de su Gobierno en la tragedia y van escasas de personal».

Tokio ha destinado 177.000 millones de euros. Algunos temen que solo sirvan para levantar pueblos fantasma, porque el envejecimiento demográfico y la falta de trabajo cuestionan su viabilidad. Más de 23.000 hectáreas de cultivo quedaron arruinadas. La agricultura y la pesca están bajo mínimos y sufren el estigma radioactivo. La supervivencia de las ciudades no solo pasa por nuevas casas, colegios y hospitales, sino porque quede gente para ocuparlos. Más de 40.000 japoneses se han ido.

«La inacción de Tokio impide a las víctimas recuperar su trabajo y sus casas. Muchos son ancianos y necesitan soluciones rápidas. La gente actúa cuando el Gobierno muestra estupidez»,juzga por email Manabu Kuroda, sociólogo de la Universidad Ritsumeikan.