La carrera hacia el Elíseo

El lamento de la 'banlieue'

EL PULSO 3 Arriba, simpatizantes del candidato socialista, François Hollande, asisten a un acto electoral en Aulnay sous Bois, cerca de París, el pasado 7 de abril. Hollande pidió a los jóvenes ayuda para combatir la abstención. A la izquierda, una c

EL PULSO 3 Arriba, simpatizantes del candidato socialista, François Hollande, asisten a un acto electoral en Aulnay sous Bois, cerca de París, el pasado 7 de abril. Hollande pidió a los jóvenes ayuda para combatir la abstención. A la izquierda, una c

ELIANNE ROS
BONDY

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«En la campaña del 2007 la banlieue era una causa nacional, ahora todos hacen como si la cosa se hubiera arreglado, pero en realidad no ha cambiado nada de nada», se lamenta Mehdi, de 19 años, entre el asentimiento de sus compañeros Badrouine y Mohamed. Estamos en Bondy, una de las poblaciones de la periferia norte de París donde estalló la violenta revuelta del otoño del 2005. Las imágenes de los disturbios que incendiaron los barrios desfavorecidos dieron la vuelta al mundo y pusieron al descubierto la fractura social francesa.

Siete años después, los candidatos pasan de puntillas por la banlieue. Realizan visitas relámpago que son una confesión del fracaso o de la impotencia, una forma de rehuir una incómoda realidad eufemísticamente bautizada como zona urbana sensible, ahí donde se concentran todos los males: paro juvenil desbocado, delincuencia, droga, fracaso escolar y marginación.

MÁS ALLÁ DE LOS CLICHÉS / «Esperaba más de la campaña; da la impresión de que la banlieue no es su prioridad; piensan que no les vamos a votar», observa Mohamed en el consejo de redacción de Bondy Blog, nacido a raíz de los disturbios del 2005 para dar la palabra a los habitantes del extrarradio y explicar su realidad más allá de los estereotipos. Un rotundo éxito: 600.000 visitantes únicos al mes. Los cerca de 100.000 euros anuales de presupuesto se financian gracias a un acuerdo con el buscador Yahoo y a una subvención pública. Una treintena de jóvenes de 14 a 28 años procedentes de barrios pobres de la periferia narran su vida cotidiana sobre el terreno.

«Estos chavales saben lo que es vivir en un edificio con el ascensor estropeado durante años, pasar controles policiales constantes y ser arrestados por su aspecto», comenta Edouard Zambeaux, periodista de France Inter, que ejerce de redactor jefe. «El criterio para ayudarles a entrar en las grandes escuelas de periodismo es social, no étnico, aunque estadísticamente es lógico que haya más de origen inmigrante» precisa Zambeaux. Cada martes, a las siete de la tarde, reúne a los blogueros para organizar el trabajo. Durante la campaña organizan encuentros con los candidatos, emitidos por el canal parlamentario. Todos han participado en el programa menos el presidente, Nicolas Sarkozy, que no ha respondido, y la ultraderechista Marine Le Pen, que no ha sido invitada.

¿Por qué la banlieue está ausente del debate? «No ha pasado lo del 2005, es triste pero parece que tiene que haber disturbios para que se acuerden de nosotros», concluye Mohamed. «Si hace falta voy a buscar a unos colegas y la organizamos», bromea. Los colegas de algunos de estos blogueros se encuentran a tan solo media docena de calles del modesto local cedido por el Ayuntamiento en la calle Roger Salandro, cerca del RER (tren de cercanías) que conecta con la estación del Norte de París.

En medio de una zona residencial que alterna viviendas unifamiliares modestas con otras bien conservadas, se alza la cité Blanqui, donde el olor a coche quemado se prolongó durante meses tras los disturbios del 2005. La trama urbana se rompe bruscamente para dar paso a edificios altos y compactos, rodeados de espacios más o menos verdes. Los urbanistas de los años 60 y 70 los concibieron con la idea de esponjar la abigarrada densidad de estas viviendas sociales. Pero la ausencia de comercios, bares u otros centros de vida social los convierte en lugares fríos, más bien inhóspitos.

LA LEY DE LOS 'CAÏDS' / El resultado es que aquí campan los grupos de jóvenes y la ley la hacen los caids, como se conoce a los cabecillas de las bandas relacionadas con la delincuencia y la droga. Unos cuantos adolescentes con bambas de marca y sudaderas con capucha observan amenazantes a los forasteros. Se cobijan en las entradas de los bloques, su territorio. Llueve a cántaros.

Unas calles más allá, un señor de unos 40 años pasa delante de una pared cubierta con un grafiti. Tampoco se muestra muy amigable. No quiere que se le mojen las baguettes. «La olla exprés está en ebullición. Estaría bien que los políticos se interesaran por las banlieues antes de que vuelvan a quemar», advierte Mohamed Mechmache, presidente del colectivo AClefeu, creado para abrir el diálogo entre los habitantes y las instituciones.

En el 2007, Sarkozy prometió un Plan Marshall para la banlieue. El anuncio se tradujo en un plan menos ambicioso cifrado en 45.000 millones de euros, destinados principalmente a la renovación urbana. «El problema es que remozar los edificios y las intrafestructuras sirve de poco si el paro y el fracaso escolar aumentan», se lamenta el portavoz de AClefeu, que fonéticamente significa basta el fuego. Según un estudio publicado por Le Monde, el Estado gasta un 47% más en un alumno de París que en uno de la banlieue.

«No espero nada, los políticos hablan de juventud pero se comportan como niños», dice Jasmine, la benjamina de Bondy Blog. Decepcionados con Sarkoy, algunos blogueros juzgan menos duramente a François Hollande, aunque le reprochan haber caído en el cliché: «Nos trata como ignorantes al decir que él no hará un plan Marshall porque en la banlieue nadie sabe lo que es eso».

Los barrios marginales, que en el 2007 apostaron por Ségolène Royal, parecen dar la espalda a las urnas. Pero la abstención que auguran los sondeos es cuestionada por el Bondy Blog, que tiene su propio estudio y detecta que algo se mueve. ¿El efecto Mélenchón? El domingo se verá.