EL PRIMER MINISTRO ITALIANO SE DA UN BAÑO DE MASAS EN CERDEÑA, ADONDE ACUDE A DESCANSAR CON DOS HIJOS Y DOS NIETOS

Berlusconi ejerce de abuelo en la villa de las orgías

Berlusconi observa, vigilado por un guardaespaldas, a los bañistas que descansan en una cala cercana a su propiedad, el lunes.

Berlusconi observa, vigilado por un guardaespaldas, a los bañistas que descansan en una cala cercana a su propiedad, el lunes.

CRISTINA MERINO
BARCELONA

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Dejando atrás las tensiones políticas que tienen a su Gobierno en vilo,Silvio Berlusconi viajó el pasado fin de semana a su retiro en la Costa Esmeralda de Cerdeña, Villa Certosa, para pasar unos días de vacaciones en familia, acompañado de sus hijosLuigiyBarbara,dos de sus nietos,AlessandroyEdoardo,y algunos amigos. Este año no habrá, pues, grandes fiestas ni invitados ilustres en la famosa residencia del primer ministro italiano, recordada porque allí tuvieron lugar escandalosas fiestas y orgías. «He venido a pasar unos días tranquilo y a ejercer de abuelo», explicóBerlusconi a su llegada a la localidad de Porto Rotondo.

Y a pesar de sus deseos de relax y tranquilidad, no había transcurrido ni un día desde su llegada a la isla y ya estabaIl Cavalieredándose un baño de masas en la plaza de Porto Rotondo. El primer ministro italiano, consciente de que en Cerdeña juega en casa, salió con su hijaBarbaray sus nietos a comer una pizzapomodoroa un restaurante de la localidad, y allí saludó a sus admiradores, se dejó querer y presumió de familia.

Berlusconidio cuenta a quien le escuchaba de las facultades vocales que su nietoAlessandroha heredado de él, que trabajó como cantante en cruceros en su juventud: «¿Lo ven? Todavía es muy pequeño, pero ya sabe 20 canciones en inglés y tiene una entonación muy buena», presumió el orgulloso abuelo.

Según cuenta el diarioLa Stampa, una de las comensales del restaurante en el que cenóBerlusconise acercó a él y le pidió que se quedara en Cerdeña y no vendiera la mansión de Villa Certosa, a lo que el político respondió dando explicaciones de su decisión: «Me han profanado la casa. Han sido malos...».

Mientras la venta no tenga lugar –hay ya dos magnates rusos, dos jeques árabes y un empresario londinense interesados en pagar los 450 millones que pide el primer ministro italiano por su residencia–Berlusconisigue disfrutando sin complejos de su lujosa propiedad. El lunes mismo se dejó ver muy sonriente en los límites de sus 80 hectáreas de terreno saludando a los bañistas que tomaban el sol en una de las calas cercanas.