ANIVERSARIO DEL DESASTRE ATÓMICO

Japón recuerda en silencio a las víctimas del tsunami devastador

Dos evacuados del área de Fukushima se disponen a analizar una ofrenda floral en Okuma.

Dos evacuados del área de Fukushima se disponen a analizar una ofrenda floral en Okuma. / KKH/DN

ADRIÁN FONCILLAS / Pekín

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Japón conmemoró este domingo el aniversario del tsunami que arrasó su costa noroeste con un minuto de silencio y oraciones para recordar a las víctimas, promesas institucionales de agilizar las tareas de reconstrucción y manifestaciones antinucleares.

La vida se paralizó ayer a las 14.46, instante en el que el pasado año se producía el seísmo de nueve grados que generó un tsunami. Sus olas de hasta 40 metros borraron del mapa decenas de pueblos y causaron 16.000 muertos y 3.300 desaparecidos. De la mayor desgracia natural de la historia de Japón germinó días después la peor crisis nuclear mundial desde Chernóbil. Japón aún paga la factura humana, económica y política de aquellos días.

El silencio reinó en los barrios comerciales de la capital y en numerosas ciudades, los transportes públicos se detuvieron y el país elevó una oración para las víctimas, en cuyo recuerdo se encendieron miles de velas en las ciudades afectadas.

El emperador Akihito, apenas dado de alta tras una operación coronaria, asistió a una ceremonia en el Teatro Nacional de Tokio junto al primer ministro, Yoshihiko Noda, y su Gabinete. En un marco de crisantemos blancos, Akihito apeló al esfuerzo colectivo para remontar la crisis con un discurso que recordó al que pronunciara cinco días después de la tragedia: «Espero muchas dificultades en el camino hacia la recuperación. Deseo que la gente conserve a las víctimas en su corazón y trabaje para que la situación mejore en las zonas golpeadas por el desastre».

RENACIMIENTO / Noda también recordó a las víctimas, agradeció el apoyo internacional y aludió a la capacidad japonesa para superar las tragedias. «Cumpliremos nuestra misión histórica del renacimiento de esta nación». El renacimiento pasa, entre otros asuntos, por la reconstrucción de las zonas devastadas por el tsunami. Su retraso es un lamento constante de las víctimas y otro ladrillo más en el muro de desconfianza entre la población y la clase política.

«El Gobierno, por su falta de agresividad, es el culpable de que la gente no pueda recuperar su vida normal. Para los jóvenes es más fácil irse a otro lugar, pero los ancianos se enfrentan a tiempos muy duros. La pérdida de infraestructuras sociales les ata a sus ciudades», señala Masami Imai, director del Centro de Estudios Asiáticos de la Universidad de Wesleyan (Connecticut, EEUU).

Más de 340.000 japoneses siguen fuera de sus casas, muchos sin saber cuándo podrán regresar. Más de 80.000 vivían dentro del radio de exclusión de 20 kilómetros en torno a la central. Solo un 10% de los 22 millones de toneladas que generó el tsunami ha sido tratado, debido a la falta de incineradoras y al miedo a la radiactividad. Y los familiares de los 3.300 desaparecidos denuncian los tibios esfuerzos oficiales por hallar los cuerpos.

Tepco, la empresa que gestiona la central de Fukushima, pidió disculpas por «la preocupación y la ansiedad causadas» y prometió apresurar el pago de indemnizaciones a los afectados, otro proceso empantanado.