LA ORDENANZA MUNICIPAL PROHÍBE EL ACCESO A LA PLAYA DE LOS ANIMALES

Una familia de Tossa recoge firmas para que su perro enfermo pueda bañarse en el mar

Bongo sufre artrosis degenerativa, y los baños le ayudan a sobrellevarla

Bongo, frente al mar

Bongo, frente al mar / periodico

IMMA MUÑOZ / BARCELONA

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Las aguas andan revueltas en Tossa de Mar (La Selva). Las de las playas del municipio, concretamente. Resulta que lucen la bandera azul de la Unión Europea y, para no perder ese distintivo de calidad medioambiental, está prohibido que los perros disfruten de ellas. Sin excepción. Y aquí es donde llega el conflicto: una familia del pueblo, la familia de un labrador retriever llamado Bongo, ha desafiado esa ordenanza municipal para que el perro pueda bañarse en el mar.

No es por capricho que Sara García, la 'madre' de Bongo, se pega el madrugón desde hace más de siete años, cuando el labrador entró en su vida, para llevarlo a nadar a primera hora de la mañana, antes de que los primeros bañistas lleguen a la playa. Bongo tiene reuma y artrosis degenerativa desde que nació, y los veterinarios les dijeron que unos minutos de ejercicio en el mar harían mucho por retrasar el avance de la enfermedad y mejorar su calidad de vida: tendría más movilidad y sentiría menos dolor.

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"El agua de mar es muy beneficiosa para él, y le permite ejercitar la musculatura sin que las articulaciones sufran, algo que necesita muchísimo. Bongo ya no puede caminar apenas: da cuatro pasos y se tiene que sentar. No soporta tanto dolor", cuenta Joan Capdevila, hijo de Sara, que ha lanzado una campaña de recogida de firmas en <strong>Avaaz</strong> para que el Ayuntamiento revise la ordenanza y permita a su familia hacer con todas las de la ley lo que lleva años haciendo con un 'mirar hacia otro lado' por parte del ayuntamiento.

En el consistorio conocían las incursiones de Bongo en la playa (la misma familia lo había comunicado a los concejales de modo informal, cuando se había cruzado con ellos por la calle, como se comentan tantas cosas en lugares en los que todo el mundo se conoce), y no se consideraba un problema, porque sabían que cuando Sara llevaba al animal a bañarse lo hacía poniendo un cuidado extremo en no molestar, y no había queja alguna al respecto. Sin embargo, ahora alguien se ha quejado...

LA PROTESTA DE UN FORÁNEO

"Una persona, que está temporalmente en Tossa, se ha dirigido al ayuntamiento para preguntar por qué su perro no puede bañarse y Bongo, sí", explica la alcaldesa de la localidad gerundense, Gisela Saladich. "Nosotros entendemos la petición de la familia de Bongo, y es cierto que siempre han sido muy cuidadosos al llevarlo a la playa, pero las ordenanzas son para todos, y no permiten el baño de los animales. En el momento en el que alguien se queja porque él las cumple y otro no, nos pone en un serio aprieto", reconoce Saladich, que asegura que llevan días dándole vueltas al tema para encontrar una solución.

"No es nada fácil. Nuestra playa es pequeña, y no a todo el mundo le gustan los animales. Antes teníamos una playa que nos habría venido muy bien, la del Reig, pero se ha quedado sin arena y es inaccesible para los perros, y más con los problemas de movilidad de Bongo. Pero de verdad que llevamos días pensando cómo encontrar un espacio, en un horario reducido, que no ponga en peligro las banderas azules ni la convivencia entre animalistas y no animalistas", insiste la alcaldesa, que niega las presiones y las amenazas de sanción que Joan Capdevila asegura haber recibido.

"TRATADOS COMO DELINCUENTES"

"El pasado día 19 advirtieron a mi madre de que nos podrían poner una multa de 300 euros si volvíamos a llevar a Bongo a la playa, y de hasta 6.000 si reincidíamos", explica Capdevila. "Nos sentimos tratados como delincuentes solo por tener un perro, y la reivindicación que hemos puesto en marcha en Avaaz ya va más allá de nuestro caso: ya no pedimos un favor como personas privadas cuyo perro tiene un grave problema de salud, sino que lo hacemos como colectivo que quiere a los animales, y que considera que ellos también tienen derecho a disfrutar, en una zona y un horario acotados, de las playas. Pedimos que se flexibilice la ordenanza", alega.

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Fue ese lunes, día 19, cuando Joan, ante el disgusto de su madre y el miedo a que Bongo empeorara, decidió denunciar en las redes sociales la situación y empezar la recogida de firmas. Desde entonces, asegura, se han acercado a él otros vecinos en situación parecida, y han apoyado y compartido sus mensajes. Tras una semana larga de movimiento cibernético, el ayuntamiento ha accedido a reunirse con ellos este miércoles. "En otros municipios se ha resuelto el tema. Además, me indigna ver cómo las fiestas que monta la gente en la playa, y que dejan la arena hecha un asco, no ponen en peligro las banderas azules y el hecho de que los perros disfruten de ella, sí. Aun así, yo soy optimista: siempre hemos tenido una relación fluida con los concejales, y seguro que lo podremos arreglar", dice el joven.

Bongo no pisa la playa desde hace 9 días. Y un día más sin playa es un día menos de movilidad para él.