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El doctor héroe y el 'conseller' villano

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Joan Cañete Bayle
Joan Cañete Bayle

Subdirector de EL PERIÓDICO.

Especialista en Internacional, Transformación Digital, Política, Sociedad, Información Local, Análisis de Audiencias

Escribe desde España, Estados Unidos, Israel, Palestina, Oriente Medio

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Si hay un héroe ciudadano por aclamación esta semana no es otro que el doctor Xavier Jiménez, el exjefe de Urgencias del hospital del Vall d'Hebron que fue destituido después de que hiciera pública una carta dirigida al Institut Català de la Salut en la que denunciaba el colapso que sufre el servicio que dirigía. Y, cumpliendo la teoría de los vasos comunicantes, por el mismo motivo si hay alguien que no ganaría un concurso de popularidad sin duda ese sería el conseller de Salut, Boi Ruiz, lo cual, imagino, no debe de ser una novedad para el responsable sanitario de la Generalitat, el rostro por antonomasia de los recortes emprendidos por Artur Mas desde que llegó al Govern con la tijera en la  mano en el 2010. «La fulminante decisión del jefe de Urgencias del Vall d'Hebron por denunciar la insuficiencia de servicios a su cargo es una más de las cacicadas a que nos está acostumbrando CiU». escribió Ferran Martín, administrativo de 54 años de Barcelona.

Al doctor Jiménez los lectores le agradecen, claro, los arrestos de haber arriesgado su trabajo (y haberlo perdido) por cantar les verdades del barquero a sus jefes. Pero también que sea una voz cualificada que pone en negro sobre blanco lo que los usuarios de la sanidad pública detectan desde que empezaron los recortes: que la calidad del servicio se está deteriorando hasta el punto de que no solo se ha «tocado ya hueso», como suele decir el president Mas, sino que el sistema entero está en peligro. «Tengo la sensación de que estamos llegando al final de lo que conocemos como la sanidad pública catalana, lo cual me entristece y me hace vivir intranquila», denunciaba en una carta Dolors Velasco, administrativa de Cornellà de Llobregat. Todos necesitamos voces de autoridad que ratifiquen nuestras opiniones, nuestras intuiciones, que den validez a nuestras sensaciones, que certifiquen que lo que nos sucede a nosotros no es una cosa individual sino la norma, que nos permitan pasar de lo particular a lo general. Eso es justamente lo que implica la denuncia del doctor Jiménez y su posterior destitución. De ahí que sea tan aplaudida tanto por ciudadanos como por compañeros de trabajo en el Vall d'Hebron y otros hospitales que se han animado a escribirnos cartas de apoyo al médico.

Una de las claves de la desafección de los ciudadanos hacia la política es la brecha entre el discurso oficial y la realidad, dos mundos paralelos en muchos casos. En el terreno de los recortes sanitarios, la jerga oficial no tiene nada que ver con la experiencia que desde el 2011  narran los usuarios de la sanidad: «Aparecen en los medios dando mil y un argumentos sobre otras maneras de hacer medicina, como si estuviéramos reinventando la sanidad sin perder calidad. Y no es verdad», denuncia Dolors Velasco.

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La sanidad que describen los usuarios en sus cartas es un sistema que cuando funciona lo hace gracias a la dedicación encomiable de sus castigados profesionales. Un sistema con listas de espera que se ven como inacabables y como arbitrarias, con urgencias saturadas, con unos CAP al límite de su funcionamiento. Un sistema que lo que en realidad busca es expulsar a los usuarios hacia las mutuas, a las que se consideran más rápidas pero no mejores que la sanidad pública. Eso siempre que no se haya  llegado a cierta edad: son numerosas las cartas que recibimos al cabo del año de sexagenarios a los cuales la cuota de la mutua se les ha disparado justo cuando, sospechan, más van a empezar a necesitar sus servicios. Quienes hacen este diagnóstico no son profesionales de la sanidad ni sindicalistas ni activistas sociales: son ciudadanos, usuarios, que llevan tiempo denunciando lo que ahora el doctor Jiménez ha ratificado: que el sistema sanitario público y universal se tambalea. Y todos

los dedos apuntan a Boi Ruiz.