GENTE CORRIENTE

«Acogedor es aquel que acepta las diferencias»

Joan Garcia del Muro es un profesor de filosofía en busca de porqués como el de qué lleva a jóvenes europeos a alistarse en el islamismo más radical

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zentauroepp37143683 barcelona 2 2 2017 joan garcia del muro professor de filos170204212607 / JULIO CARBÓ

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Carme Escales
Carme Escales

Periodista

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Joan García del Muro (Lleida, 1961) es uno de esos profesores que disfrutan en el aula. Da clases en la Facultat de Filosofia de Catalunya (URL), de ética y de filosofía medieval, y en el Institut Obert de Catalunya (IOC) de historia de la filosofía, on line, a segundo de bachillerato. Durante más de 20 años fue profesor del Institut Mercè Rodoreda de L’Hospitalet de Llobregat, donde su alumnado era una gran efervescencia cultural. Eran adolescentes como los protagonistas de su obra 'Soldats del no-res', Premi Octubre d’Assaig 2016, una puerta abierta a la reflexión sobre rumbos y orientación de la juventud.

–¿Cómo fue a parar a esa temática? Cuando vi el vídeo de la decapitación del periodista estadounidense a manos de un yihadista inglés, imágenes que no soporté, me dije: «yo, mirando este video, estoy cerrando el círculo». Este vídeo ha sido construido minuciosamente para que lo vea la gente, está trabajadísimo, no es algo espontáneo. Y empecé a leer explicaciones sobre por qué alguien se enrola en el yihadismo.

–¿Qué respuestas halló? Las que aludían al radicalismo islámico, al choque de civilizaciones y a las identidades culturales llevadas al extremo de la violencia. Pero ninguna de ellas me convenció.

–¿Qué camino tomó para investigar más? Me centré en el trabajo que hacen en Francia y Bélgica sociólogos, antropólogos y filósofos y especialmente la directora del Centre de prévention des dérives sectaires liées à l’Islam, Dounia Bouzar. Y pensaba en los 50 yihadistas que salieron de Catalunya.

–¿Perdieron o hallaron el rumbo enrolándose en el Estado Islámico? Una cosa llevó a la otra. Miremos, si no, a nuestro alrededor, a todos esos inmigrantes de segunda generación, muchos del Magreb, a los que los valores de su familia ya no les sirven. Para ser aceptados por la sociedad de acogida de sus padres, adoptan los valores de aquí, pero tampoco son los suyos. Solo les hablamos de integrarse, pero acogedor es aquel que acepta las diferencias. Ellos están en tierra de nadie. Eso los hace enormemente frágiles. Hay abuelos en Bellvitge o en L’Hospitalet que solo hablan árabe, sus nietos no lo hablan y no pueden comunicarse. Y el yihadismo les ofrece una identidad ya prefabricada que además se transforma en acción.

–¿Se siente responsable como profesor de algunas de esas carencias? Al menos debemos dotarlos de unas mínimas herramientas para reconocer la barbaridad cuando se la encuentren. Y eso pasa por trabajar con los jóvenes los principios morales, el no todo vale para alcanzar el éxito o el dinero. Desde P3, hasta la universidad, tenemos la oportunidad de transmitirles el inmenso valor del pensamiento propio. Pero aún observo que en muchos casos, cualquier indicio de creatividad y pensamiento libre está penado del todo.

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–¿Cuál es la reflexión social a hacer? Deberíamos preguntarnos cómo estamos formando a los jóvenes, porque son carne de cañón. Al empezar el curso, les pregunto cuál es su mayor deseo, y lo que más responden es que les toque la lotería. Luego que sus padres vuelvan a juntarse. Mi combate está en lo primero, ¿qué les estamos ofreciendo? No me importa que sepan quién es Kant ni lo que dijo, me sirvo de los filósofos clásicos como interlocutores privilegiados para que discutan, se detengan y se pongan porqués, sobre todo cuando las cosas no van bien del todo, que construyan su voz propia, y su identidad.

–Desde que el profesor de Merlí [la serie producida por TV-3] apareció, los docentes de filosofía ya no son transparentes. Su efecto ha sido fulminante. En el instituto de L’Hospitalet, cuando iba a hacer guardia a cursos que no llevaba, solo decirles que era profesor de filosofía, no paraban de pedirme que les explicara cosas.