La actualidad azulgrana

El Camp Nou abre un debate

El club duda entre rehabilitar el estadio o construir otro en el mismo sitio o en un terreno cercano

EL PERIÓDICO
BARCELONA

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El Barcelona duda sobre qué hacer con su estadio. A punto de cumplir 55 años de exitosa vida, la instalación da ya claros síntomas de precisar una remodelación. No tanto para aumentar su capacidad (algo que tampoco se desprecia), como para adecentar el conjunto y, si se pudiera, diera nuevos ingresos, por ejemplo, vía la construcción de nuevos palcos de empresa y la prestación de servicios. No en vano, el rendimiento que el club catalán saca de su estadio queda a años luz de la gestión que el Manchester United obtiene de Old Trafford, por poner una nombre. El dilema se puede reducir a dos opciones. Seguir como hasta ahora o construir un estadio nuevo.

El despliegue de las opciones es algo más complejo. El Barça, según se debatió en una reunión de los componentes de la junta directiva celebrada la semana pasada en el Empordà, se plantea cuatro posibilidades. Si se mantiene el estadio actual, pueden realizarse unas obras de renovación, valoradas en su día por el vicepresidente Jordi Moix en más de 100 millones de euros, o bien el club puede esperar tiempos mejores (tanto en la economía azulgrana como en la coyuntura económica) y aguantar con el estadio tal y como está ahora mismo.

La opción más audaz es, sin duda, la construcción de un nuevo templo con capacidad para unos 110.000 feligreses, 10.000 más de los que hoy pueden asistir al Camp Nou. De nuevo dos subopciones: levantar el nuevo campo en el mismo lugar donde hoy se erige el estadio, o bien buscar un nuevo emplazamiento, tal como informó ayer la agencia Efe.

CONSTRUIR POR PARTES / La construcción en el solar actual es más costoso tanto económica como socialmente. Obligaría a construir por partes, demorando plazos, y forzaría a reducir el aforo, como mínimo, un par de temporadas.

La construcción en otro lugar tiene como límite, autoimpuesto por el club, de no cambiar de distrito. Eso reduce las opciones exclusivamente al actual recinto de las pistas de la Universitat de Barcelona, justo en el momento en que la avenida Diagonal se convierte en autopista.

Pero este supuesto plantea nuevas dudas. Primero, el coste. El estadio de Wembley en Londres (90.000 espectadores) costó más de 1.000 millones de euros. En la operación habría que permutar el nuevo terreno con el actual para satisfacer a la UB (si accediera al trueque, que no es el caso). Es decir, nulo rendimiento inmobiliario, en una coyuntura aún peor que la que había cuando el club renunció al plan del Miniestadi.

Y por último, y no por ello menos problemático, habría que contar, estatutos del club en mano, con el apoyo de la mayoría de los más de 150.000 socios de la entidad. Algo que, a bote pronto, no parece fácil visto el apego sentimental que el Camp Nou provoca entre la masa social azulgrana.