La temporada azulgrana

El oasis y la caldera

La paz que vive el Barça contrasta con los nervios de un Madrid que ganó con apuros al Mallorca

Messi ejecuta una falta directa frente al Racing de Santander, el sábado en el Camp Nou.

Messi ejecuta una falta directa frente al Racing de Santander, el sábado en el Camp Nou.

DAVID TORRAS
BARCELONA

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El Barça sigue viviendo en paz en ese oasis que construyó Pep Guardiola, un escenario ideal que en otros tiempos era un espejismo que en cualquier momento podía desaparecer. Ahora, no. Hace casi tres años que dura y, por más que se quiera mirar a lo lejos, no se atisba que vaya a cambiar, por lo menos mientras Guardiola sea el guardián de este idílico paraíso culé.

Desde este refugio privilegiado contemplan a cuantos andan detrás suyo, cada día un poco más lejos, perdidos en el desierto de la Liga, y escuchan el ruido que llega de los únicos que le siguen la pista. No pierden el paso, pero no hay manera de que dejen de pegar gritos y de pelearse entre ellos. No están de muy buen humor. Es el Madrid, que ayer ganó por los pelos al Mallorca (1-0) y acabó angustiado pidiendo la hora en otra odiosa comparación con el Bar-

ça. Unos ganan desde el primer minuto y los otros las pasan canutas para meter un gol, y todo en medio del runrún constante del Bernabéu. Eso sí, en algún momento coreó el nombre de Mourinho pese a que volvió a dejarles sin fútbol. Con ganar, les basta. Ni que sea con un gol del despreciado Benzema, que Florentino debió celebrar más que nadie. Y del que presumió Valdano.

VIDAS MUY DISTINTAS / El contraste entre la vida del Barça y la del Madrid va mucho más allá de los cuatro puntos que les separan. Son dos mundos. En el campo y fuera del campo, a imagen y semejanza de la mano que los guía. Guardiola está tranquilo, nada le inquieta. Si acaso, la única inquietud que hay en el club y en el entorno es la que provoca su silencio sobre la renovación. Pero se supone que es cuestión de tiempo que este tema se cierre. Nadie imagina otra cosa.

LA GUERRA DEL 9 / Mourinho, en cambio, está de los nervios. Desde la manita del Camp Nou no es el mismo. Cómo va a serlo con la que le cayó encima. Cada vez que habla, lanza algún dardo. Antes lo hacía mirando al Barça, pero últimamente dispara a los de casa, enredado con la guerra del 9, un foco de desgaste tremendo para los protagonistas, que son unos cuantos, y que ayer propició varias pancartas cómicas en el Bernabéu. Todas iban por el mismo camino, nueves de mentirijilla ofreciéndose a Mou. De puertas adentro el tema no hace gracia. El duelo es entre Mourinho y Valdano («yo hablo directamente con el presidente», dijo el portugués ignorando al ejecutivo blanco) pero detrás del escenario está apostado Florentino, que por lo que cuentan los madritólogos se sube por las paredes, cansado de tanta queja y tanto capricho. Ni habla ni se deja ver demasiado, pero va enviando mensajes interpuestos que no dejan muy bien parado al portugués. Como recordar su insistencia en el fichaje de Hugo Almeida, su nueve preferido, y con quien curiosamente comparte representante, Jorge Mendes. El mismo agente de Ronaldo, Pepe, y Carvalho y Di María, dos recomendados de Mou. Insinuaciones que no pasan de ahí, pero que delatan el tufillo que se respira en la casa blanca.

Y AHORA, LA COPA / Y encima, fuera, crecen los enemigos. El Sevilla, por ejemplo, les espera con pinturas de guerra. Ya le ha hecho saber en portugués, en un vídeo amenazador, que piensa echarle de la Copa. La cuestión es si, a la hora de la verdad, se comportarán como un enemigo de verdad o seguirán el camino del Atlético, que cuando tiene al Madrid delante pierde la fuerza por la boca.

El Barça no tiene tantas preocupaciones, aunque Guardiola ya haya puesto una señal de alarma en el partido del sábado ante el Hércules. Es la táctica de siempre, aunque justificada por el precedente de la primera vuelta, la derrota en el Camp Nou. «Un trocito de la Liga que podemos ganar pasa por resolver bien el partido contra el Hércules», avisó el técnico. Antes, llega la Copa, el Almería, último paso para meterse en la final. La duda es si podrá jugar Puyol, que sufre problemas en la rodilla. Con o sin él, el camino del Bar-

ça es más sencillo que el del Madrid. Y no solo por el rival. En el oasis azulgrana, la vida es más cómoda.