'EL QUARTER DE SANT PERE'

Un barrio con raíz medieval

libro que rescata el pasado de las calles gremiales

La plaza de Sant Pere, con su famosa fuente delante de la parroquia de Sant Pere de les Puel·les.

La plaza de Sant Pere, con su famosa fuente delante de la parroquia de Sant Pere de les Puel·les.

CRISTINA SAVALL
BARCELONA

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Desde la época medieval hasta el derribo de las murallas en el siglo XIX, las laberínticas callejuelas y plazas de los céntricos barrios de Santa Caterina y de Sant Pere formaban el Quarter de Sant Pere, la zona más desconocida de Ciutat Vella, a la que un grupo de historiadores coordinados por Josep Maria Vilumara y Fàtima López han dedicado un ensayo publicado por Viena Edicions, que lleva por subtítulo La historia de un barrio escondido.

El Quarter de Sant Pere , de gran auge en el medievo por su congregación de gremios artesanales, se sitúa alrededor del desaparecido convento de Santa Caterina, donde hoy emerge el turístico mercado rehabilitado por Enric Miralles y Benedetta Tagliabu, y de la antigua localización del monasterio de Sant Pere de les Puel·les, en la calle de Lluís el Piadós, donde pervive la parroquia del mismo nombre, hoy rodeada de las terrazas de las cafeterías y de los restaurantes cercanos.

«Es una zona muy poco conocida de la capital catalana, a pesar de haber sido un barrio esencial para la historia de la ciudad cuando necesitó expandirse fuera del recinto romano. Contiene un inmenso patrimonio artístico y cultural, que concentra instituciones de renombre, como el Palau de la Música Catalana», detallan en el prólogo Vilumara, especializado en patrimonio industrial, y Fàtima López, doctora en Historia del Arte de la Universitat de Barcelona y miembro del Grup de Recerca en Història de l'Art i del Disseny Contemporanis (Gracmon), un referente en el estudio del modernismo.

Vestigios

Es una área en la que se expandió la industria textil por su cercanía con el Rec Comtal, por lo que todavía se encuentran huellas de antiguas fábricas. Vilumara y Jaume de Bargas, de la junta directiva del Gremi de Serrallers (cerrajeros), dedican un capítulo a las singularidades históricas del Quarter de Sant Pere. «A finales del siglo XIX y principios del XX, uno de los oficios más extendidos era el de planchadora debido al incremento de las fábricas textiles, que en las últimas décadas han ido desapareciendo», cuentan.

El libro emprende un recorrido cronológico y también temático prestando especial atención a la influencia que tuvieron en la zona las fábricas Pujol, Cantarell, Escuder, Formentí, Ribas i Vidal y Vilumara, fundada por antepasados del autor.

El crecimiento demográfico de la zona llegó en el siglo XVIII a extremos impensables siendo la causa de más de una epidemia. La desamortización de 1835 no liberó suelo para usos sociales, sino para levantar fábricas de preciados tejidos de seda.

En la primera década del siglo XX hubo un acontecimiento trascendental: el plan urbanístico que dio lugar a la apertura de la Via Laietana. Se derribaron 2.199 viviendas y 82 calles desaparecieron con el coste social que ello supuso. La Via Laietana significó la división del centro histórico en dos mitades: el Gòtic, por un lado, y los barrios de Sant Pere, Santa Caterina y la Ribera. «Se destruyeron áreas históricas como las plazas del Mercat y la del Oli y el inicio de la calle de la Bòria», se recuerda en el primer capítulo.

Los objetivos de esa metamorfosis respondían a medidas higiénicas, a la necesidad de conectar mejor la ciudad con el puerto y a la voluntad de crear un centro histórico monumental de interés turístico. El cambio cumplió las expectativas, pero las calles del Quarter de Sant Pere se salvan de estar en la primera línea de visitas, salvo excepciones como el Palau de la Música, construido entre 1905 y 1908 por Lluís Domènech i Montaner.

El barrio, no obstante, está recuperando el ambiente artesanal y artístico de antaño con la apertura de talleres, de galerías y de pequeñas tiendas dedicadas a productos exclusivos fabricados a mano.