EL PARTIDO DE LA ROSALEDA

Faltó el gol 400

Messi no pudo redondear otra gran cifra personal en un partido sin juego y donde ni él ni el equipo chutaron una sola vez a puerta

Apagado 8 Messi después de no llegar a rematar un centro de Alba.

Apagado 8 Messi después de no llegar a rematar un centro de Alba.

JOAN DOMÈNÈCH / MÁLAGA

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No es fácil que Leo Messi deje pasar un récord o una cifra redonda cuando ya la tiene a tiro. No acostumbra a alargar este tipo de citas con la historia alguien que lo hace más deprisa que nadie. Anoche, quien más quien menos, los que nunca dudan de él, que son la mayoría, daban por hecho que Leo iba a dar un paso más en esa interminable pelea que mantiene contra los grandes nombres del fútbol y contra sí mismo. Le quedaba un gol para alcanzar la tremenda cifra de los 400 (359 con el Barça y 42 con Argentina) que, por más que otros jugadores hayan superado, lo han hecho con más número de partidos. Ayer, inesperadamente, pasó de largo, a imagen y semejanza de la actuación del equipo.

No tardará en hacerlo, es verdad. Pero ayer el Barça necesitaba como tantas y tantas veces una de sus apariciones estelares. Una de esas jugadas que solo él es capaz de hacer, sacando un conejo de la chistera, inventándose un gol de la nada. Nada. Ni siquiera tuvo opción. Ni un chut a portería. Como el equipo entero, en una estadística nunca vista (10 remates y 0 a puerta), y que dice muy poco del juego en general. A diferencia de las actuaciones anteriores, ayer tampoco hubo manera de que Messi y Neymar conectaran. Esa alianza que tan bien había funcionado, se esfumó. Normal en medio de la falta de juego general. Nadie acabó de conectar con nadie, en la actuación más decepcionante con diferencia.

Hubo momentos en que la imagen de Messi recordó a la de la pasada temporada. No tanto por actitud como por la dificultad para entrar en juego. Pasó de puntillas, sin nada que recordar. Un lanzamiento de falta, un remate con el pecho y un intento de remate a centro de Alba al que no llegó por poco. Y se acabó. La acción que más le agitó fue un mal gesto de Weligton, muy digno de su condición de provocador por más que el árbitro hiciera la vista gorda más de una vez, apretándole la cara. Leo cayó al suelo y, a diferencia de esa pose inflexible que ofrece por más que le den, fue a buscar al defensa. No pasó de ahí.

CRISTIANO SE ESCAPA

Total, que Messi acabó el partido con la cabeza gacha, mirando al suelo, en una imagen que hacía tiempo que no se veía. Los 400 goles llegarán cualquier día, es probable que el sábado sin ir más lejos ante el Granada, pero los dos puntos perdidos duelen. Y, aunque no sea un asunto capital, este doble tropiezo, el del equipo y el suyo, llega justo después de que la figura a la que siempre se le compara viviera una de sus noches de gloria. Sí, Cristiano metió cuatro goles y suma ya nueve. Messi lleva tres.

Pero seguro que el portugués no empezará a echar cuentas prematuramente. Queda mucho por delante. Y Messi es muy mal enemigo. De momento, en cuanto alcance esa cifra de los 400 goles, que ya es solo cuestión de días, lo habrá conseguido jugando unos 200 partidos menos que Cristiano. La cuestión es que ayer era un buen día para hacerlo. Ni pudo él ni pudo un Barça sin remate.