Un Barça por construir

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MARCOS LÓPEZ / BARCELONA

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Agarró el coche, subió a la familia, colocó la bicicleta de mountain-bike en el remolque posterior y se marchó feliz a Asturias. «A disfrutar de mi tierra con la familia», escribió Luis Enrique en su cuenta de Twitter iniciando ayer las fiestas navideñas tras vivir sus cuatro primeros meses en «Disneylandia», como ha calificado su retorno al Barça, antes sentado en el banquillo del Mini, ahora en el del Camp Nou pilotando la transición. Un Barça, el Barça de Luis Enrique, todavía por construir.

Un equipo en permanente rotación -24 partidos, 24 alineaciones distintas, tres porteros en tres competiciones-, con una idea de juego inicial -el 4-3-3- a la que no ha dado aún estabilidad. A la espera de encontrar el equilibrio, el Barça se sostiene, como ya sucedió con el de Guardiola, Tito y Tata, gracias a la genialidad de Messi. Arropado también por un Neymar más eficaz -en el segundo año es mucho mejor-, aguardando, pese a su gol al Córdoba, el encaje de Luis Suárez. No es nada fácil ser el nueve del Barça.

VARIACIONES EN EL DIBUJO

 Todo resulta tan nuevo en el equipo de Luis Enrique que han pasado cuatro meses de competición, y 24 partidos, pero no hay, por ejemplo, dos onces iguales. Cambia por sistema el técnico, fiel a su idea, sin importarle si eso altera el ecosistema táctico del Barça. Ni le condiciona haber perdido los seis puntos de ventaja que llegó a tener sobre el Madrid. Si el equipo de Ancelotti gana el partido atrasado que tiene con el Sevilla en el Bernabéu, la diferencia se mantendría en los cuatro puntos para los blancos.

«No veo cosas negativas ni que me preocupen», sostuvo Luis Enrique tras la goleada al Córdoba, tercera consecutiva en el Camp Nou tras la derrota con el Celta que rompió todos los planes. Ha mutado bastante el Barça su dibujo. Empezó con Messi de falso nueve, reunidos los otros dos delanteros en el balcón del área, dejando las bandas abiertas para que las exploraran los laterales. Ahora, en cambio, Messi arranca inicialmente desde la derecha para invadir su territorio preferido: el centro del ataque. Descubriendo, además, la estrella matices nuevos para ampliar su repertorio: 12 de los 23 goles que ha marcado han sido con la pierna derecha firmando también un inicio diferente. De menos (11 tantos en los primeros 14 partidos) a más (12 en los últimos ocho).

MANOS FIABLES

 En este paseo inicial por Disneylandia, Luis Enrique se siente tranquilo en la portería, uno de los relevos más traumáticos que se temían en el club tras la marcha de Valdés. Con Bravo nadie mira atrás preocupado. El chileno solo ha encajado siete goles en las 16 primeras jornadas. En 11 encuentros ha mantenido la portería a cero. Con Ter Stegen. el elegido para la Champions, también. Hasta ha debutado Masip, el tercer guardameta, en la Copa del Rey. Rotando, día sí y día también, Luis Enrique ha logrado dar un gran solvencia defensiva al equipo, recuperando, además, a Piqué. Se convirtió en un caso tras la derrota del clásico -encadenó tres suplencias consecutivas- y ahora es intocable: titular en siete de los nueve últimos partidos, descansando solo en los duelos con el Huesca.

DEFINIR LA SALA DE MÁQUINAS

Con Vermaelen en la enfermería desde que llegó (es el único que no ha jugado ni un minuto) antes de ser operado en Finlandia, el técnico ha usado a todos los defensas de la plantilla, incluido Montoya, que ha jugado más en cuatro días (Huesca y Córdoba) que en los tres meses y medio anteriores (Atlhetic). El Barça está asentado atrás -Bravo y Ter Stegen no generan inquietud-, es obviamente indiscutible arriba -Messi, Neymar y Suárez- y le falta, sobre todo, definirse en el centro del campo. Tiene los números del último Barça de Guardiola, superado ahora por el de Tito o Tata, pero necesita Luis Enrique hallar la llave que le abra bien la sala de máquinas del equipo.

Empezó en agosto (Elche) con Busquets-Rakitic-Iniesta y terminó en diciembre (Córdoba) con el mismo trío. En el trayecto se va del doble medio centro defensivo (Busquets y Mascherano) a la sensación de que sin Xavi aún no hay un verdadero Barça,