Brasil, las movilizaciones de una nueva generación

La clase política no entiende que Rousseff mantenga sus altos niveles de popularidad

ABEL GILBERT

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El Brasil de los últimos 30 años reconoce dos grandes momentos en los que la sociedad se volcó a las calles y puso en relativo aprieto al poder político. Primero, en 1984, el movimiento a favor de elecciones, conocido como Directas, ja! (directas, ya!), que reunió a la naciente izquierda del Partido de los Trabajadores (PT, hoy en el poder) con las agrupaciones que habían atravesado, con mayor o menor grado de complicidad, el régimen militar. Ocho años después, la petición popular de un enjuiciamiento al presidente Fernando Collor de Melho, involucrado en un escándalo de corrupción, se expresó masivamente en el espacio público. Desde entonces, los brasileños han sido reacios a pronunciarse más allá del voto y las encuestas.

Pero, de repente, algo ha sucedido. Miles de jóvenes, educados en las redes sociales, indiferentes a las formas de representación políticas tradicionales, de las que ya es arte y parte el PT, salieron de sus hogares, en su mayoría de clase media, para cuestionar a los gobernantes. El aumento del precio del transporte ha sido el argumento principal.

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