NUEVOS DETALLES DE LA INVESTIGACIÓN

El FBI niega el peligro para otros congresistas

Gabrielle Giffords.

Gabrielle Giffords.

IDOYA NOAIN
NUEVA YORK

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Un día después del tiroteo de Tucson la hipótesis de que se trató de un hecho aislado cobró fuerza ayer cuando el director del FBI, Robert Mueller, enviado por el presidente Barack Obama para dirigir personalmente la investigación, anunció que no había amenazas creíbles contra otros congresistas vinculadas al ataque a la representante demócrata Gabrielle Giffords, que la dejó en estado crítico y provocó seis muertos y otros 13 heridos.

Al cierre de esta edición se habían presentado cinco cargos federales contra el detenido como supuesto autor de la sangría, el joven de 22 años Jared Lee Loughner, que incluían dos de asesinato de empleados federales, otros dos de intento de asesinato de esos empleados del Gobierno y uno más de intento de asesinato de un miembro del Congreso. Mueller anunció que cabe la posibilidad de ampliar el pliego de acusaciones, que podría acabar incluyendo la de terrorismo.

UNA NOTA EN SU CASA / Fuentes de la investigación explicaron ayer que hallaron una nota en casa del joven autor del tiroteo en la que, en apuntes inconexos, mencionaba el nombre de «Giffords», hacía alusión a su propio asesinato así como a la constatación de que planeaba el ataque.

El joven, que está bajo custodia federal, se ha negado a colaborar con las autoridades apelando a las protecciones de la quinta enmienda y sus motivos siguen sin estar definidos. Solo se ha sabido que pasó un control del FBI sobre su historial para adquirir legalmente un arma en noviembre. También se reveló que en el 2007 participó en un acto similar al del sábado de encuentro de la congresista con ciudadanos.

La cadena Fox hizo público ayer un documento del Departamento de Seguridad Nacional en el que se vincula al joven con el grupo American Renaissance, organización que el Southern Poverty Law Center identifica como un grupo de supremacistas blancos y defensor de ideas antisemitas, antiinmigrantes y antigobierno (un extremo que negó el director del grupo). Giffords, que según las autoridades era el objetivo central del ataque, es la primera judía que fue elegida para el Congreso en Arizona y, aunque ha defendido medidas duras para controlar la inmigración ilegal, se opuso a la polémica ley promovida por Arizona.

«PRECAVIDO OPTIMISMO» / El estado de la congresista, de 40 años, seguía ayer siendo crítico pero los médicos que la operaron mostraron su «precavido optimismo». Explicaron que aunque la bala le perforó desde atrás hacia delante la parte izquierda del cerebro (sin llegar a atravesarlo), Giffords entró en quirófano siendo capaz de reaccionar ante órdenes verbales. Tras más de dos horas de operación y la primera noche, en la que estuvo en coma inducido, los médicos le despertaron ayer en varias ocasiones para comprobar su estado y fueron capaces de comunicarse con la mujer, que responde de forma no verbal.

Respecto a la investigación, las autoridades interrogaron ayer y dejaron en libertad a un hombre que inicialmente se consideró sospechoso y que resultó ser el taxista que llevó a Loughner hasta el supermercado. También ayer se revelaron más detalles sobre los hechos. Se supo, por ejemplo, que una mujer que acabó resultando herida intentó evitar que Loughner recargara su arma y, aunque no lo logró, evitó que la masacre fuera aún mayor.

El ataque del sábado no ha alimentado el debate de la posesión de armas pero sí ha puesto en el centro de la discusión la protección a los congresistas y jueces federales (uno de los cuales se cuenta entre las víctimas). Varios congresistas, incluyendo uno demócrata de Carolina del Norte y uno republicano de Utah, anunciaron ayer que empezarán a llevar armas en los actos y la policía del Capitolio está reevaluando la protección de los congresistas.