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Falta pensamiento crítico en la era 2.0

Las ’apps’ de Facebook y Whatsapp en un móvil, dispositivo cada vez más utilizado para navegar por internet. 

Las ’apps’ de Facebook y Whatsapp en un móvil, dispositivo cada vez más utilizado para navegar por internet.  / JUSTIN SULLIVAN

Isaías Mellado-Chito

No sé si es una verdad incómoda o una verdad evidente, pero hay que ser claros: los ciudadanos de hoy se dejan arrastrar en su mayoría por titulares de dudosa veracidad compartida y recompartida en cualquier red social. Da igual si es cierta o no, no hace falta ni leerla, solo un titular incendiario y hacerlo rodar, no existe el interés por informarse ni por contrastar lo que uno propaga. ¿Cómo saber qué es lo que pasa a nuestro alrededor buscando datos concretos e interpretando lo que nos dicen? Obviamente, con una educación esmerada.

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Hace unos años habría creído que este dejarse arrastrar sin fundamentos sería imposible en gente formada, pero nada más lejos. Observo en mi entorno como gente preparada no tiene interés en forjar opiniones de valor, sino en repetir frases de panfleto que ha leído por ahí como si fueran verdades categóricas, ¿qué más da la fuente de esa información? Se ha creado una masa de gente que opina desde el más absoluto desconocimiento de la realidad y, además, con orgullo.

El destino de un país está en sus jóvenes, y entre estos se pueden encontrar un número importante de ellos diciendo a la ligera tópicos como: «las ayudas siempre son para los inmigrantes» o «aquí todos los partidos roban». Da igual si pones datos frente a sus ojos que reflejen que la mayor parte de las ayudas van para los españoles o que no todos los partidos han sido declarados culpables de financiarse ilegalmente, eso no importa. Lo que importa es que el mensaje completamente infundado ha sido lanzado y que mucha gente lo jalea con entusiasmo. La mentira mil veces repetida deberá convertirse en verdad.

Falta mucha pedagogía en esta sociedad, mucha. Quizá también falta que algunas destrezas periodísticas se consideren básicas en la educación general de las nuevas generaciones. Saber que lo importante no es lo que llama la atención o lo que genera discordia, sino lo que es veraz. Que los argumentos fáciles y manidos no deberían ser propios de la sociedad de la información, sino de las sociedades que dieron origen al fascismo, pero en vez de ministerios de propaganda, los «siembraodios» campan a sus anchas en internet en busca de los infinitos crédulos. Y lo peor, ni la sociedad ni quien la gobierna están interesados en poner remedio, vayan a saber ustedes por qué.

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