Análisis

Lo que el dedo se llevó

ELIAS ISRAEL
PERIOSDISTA

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Los pesos pesados del vestuario del Real Madrid vieron la imagen de su entrenador metiéndole el dedo en el ojo aTito Vilanovay comprendieron que se habían traspasado los límites de lo razonable. Hasta ese momento su adhesión había sido inquebrantable, contra viento y marea, aceptando que se les exprimiese en lo físico y en lo anímico, siguiendo a pies juntillas las indicaciones de su 'General' o 'Vinagre' -así le llaman- e incluso aceptando los castigos en forma de banquillo, como parte del trabajo.

Aquel lamentable episodio marcaba un antes y un después. Los jugadores ya no estaban dispuestos a participar de la obsesión que supone para el entrenador portugués este Barça hegemónico.Mourinho, más tarde o más temprano, dejará el club que le paga (como hizo con el Oporto, con el Chelsea, con el Inter), pero ellos seguirán siendo jugadores del Real Madrid con todo lo que ello representa.Casillasactuó como capitán, luciendo ese brazalete que el propio Mouquiso quitarle, llamó aXavi, intentando que el enésimo episodio no salpicase demasiado su relación. El entrenador azotó con el látigo de la indiferencia a su capitán los días posteriores.Ikerno solo encontró el respaldo deSergio Ramos,Xabi AlonsoyArbeloa. TambiénCristiano Ronaldose alineó junto a él. El episodio de los descartados (Pedro León,Lass,GagoyDrenthe), entrenando como proscritos al margen del grupo este verano, también erosionó la relación de puertas para adentro.

Luego llegó la inesperada derrota en la Supercopa, para la que se habían preparado a conciencia, festejando la pretemporada como si fuese un título. Ese revés, sumado a la grieta entre los muy titulares y los muy suplentes que hay en todo equipo, ha ido minando la convivencia.

El Madrid, al calor de lasobrepreparaciónveraniega, empezó el campeonato como un tiro, pero la ausencia de rotaciones ha hecho perder frescura y brillo al juego del equipo, pero sobre todo le ha quitado credibilidad a un modelo que se sostiene únicamente en los resultados.

AFlorentino Pérezle ha llegado en el momento más inoportuno. Justo antes de la asamblea de compromisarios, donde además de dar explicaciones sobre elmegaacuerdo con el Ayuntamiento de Madrid, le pedirán más explicaciones de las esperadas por la imagen del equipo y sobre la crispación permanente que rodea al club. La amplísima popularidad deMouen las encuestas madridistas empieza a no ser tan apabullante.

La afición no se conmueve con más terreno en el Paseo de la Castellana, ni con la construcción del estadio Emirates Bernabéu, con hotel incluido, ni con ser los más ricos del planeta por sexta temporada consecutiva.

Quiere un Madrid reconocible, ganador, pero con identidad y grandeza.Florentino, el adalid de los valores, ha unido su destino al deMourinho. Ha puesto lo más importante de cualquier club, la parcela deportiva, en manos de su manager-portavoz-entrenador, con todas las consecuencias. Se lo ha jugado todo a una carta peligrosa. Llevarse a toda la plantilla a Santander y elabrazo de Cantabria entreFlorentinoyMoues, paradójicamente, síntoma inequívoco de problemas.