UN TRIUNFO CON FIRMA

Villa se sacude el desasosiego

Remate 8Villa cabecea un balón, anticipándose a Lora.

Remate 8Villa cabecea un balón, anticipándose a Lora.

JOAN DOMÈNECH

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El primer remate, muy flojo, llegó mansamente a las manos de Cuéllar. El segundo se perdió en la grada y el tercero topó con la parte exterior de la red. Cuarenta y ocho minutos que pintaban igual que en el Calderón. Tres remates desperdiciados que se unían a los cinco malogrados el domingo. Pero, de pronto, a David Villa se le encendió la luz. Como si los focos le hubieran señalado el camino. Vio inmensa la portería y minúsculo al portero del Sporting. Un rapto de lucidez. Valiosísimo. Suficiente. Un rapto de lucidez y tres puntos.

Apenas tuvo que pensar. Alves detectó que estaba solo y le envió el balón. Villa, libre de marcaje, se dio la vuelta y enfiló la autopista que se le abría ante sí. Sin mirar a Cuéllar hasta el último instante, cuando el meta ya se arrodillaba esperando un remate raso y cruzado. Acertó a medias. Fue cruzado, pero no raso. A la altura de la cabeza, allá donde no llegan los brazos con la suficiente rapidez.

Un gol y tres puntos para sacudirse el desasosiego que empezaba a invadirle. Guardiola se rió el martes cuando le preguntaron si Villa se sentía presionado. «No duerme por las noches», dijo, jocoso. Anoche durmió feliz con su segundo tanto en la Liga tras su estreno en Santander. El tercero de la temporada, con el tanto que anotó ante el Panathinaikos, Feliz se acostó Villa aunque ese tanto costara la derrota al Sporting, su equipo de niño y de siempre. Por respeto, no lo celebró. Pero dibujó una sonrisa de inequívoco alivio.