Martes, 19 de agosto del 2014 Joaquim Montoliu (Sabadell)

El economista Rodríguez Braun preguntaba: "¿Quién es el mejor amigo del hombre?". Y se contestaba "No, no es el perro. Es el chivo expiatorio". Aprovecho esta anécdota para responder a algunas de las afirmaciones de Ramon Masagué (El gran golpe de la banca, 16 de agosto). La banca no es la única responsable de la crisis hipotecaria. Ni fijaba el precio de los pisos cuando subían constantemente ni los fija ahora cuando siguen cayendo. Sin embargo, las facilidades con que se concedían préstamos ayudaron a impulsar al alza los precios. Pero también influía la actitud de los compradores, bien o mal asesorados, que estaban dispuestos a pagarlos; algunos no se conformaban con una negativa e iban buscando entidades dispuestas a concederles el préstamo. Todo ello en un clima de euforia general con arriesgados proyectos urbanísticos que contaban con el beneplácito de todas las administraciones. EL PERIÓDICO (Los seis grandes bancos controlan ya más del 65% del mercado, 17 de agosto) refleja el coste que para la banca ha supuesto hasta ahora la crisis financiera, que en su mayor parte es crisis inmobiliaria: desaparición de decenas de entidades y pérdida de decenas de miles de puestos de trabajo. Acumular propiedades inmobiliarias no es un chollo para la banca, que busca desprenderse de estos activos lo antes posible para que dejen de lastrar sus cuentas. Soy crítico en muchos aspectos con la actuación de la banca, como el que expone Saray Gómez (Comisiones sin freno, 17 de agosto), pero en lo que se refiere a la crisis inmobiliaria la responsabilidad es compartida con las distintas administraciones, inmobiliarias, fedatarios públicos y compradores. Y al culpabilizar solo a la banca quienes suelen salir más perjudicados son los empleados de las oficinas bancarias, que sufren a menudo inmerecidos reproches.

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